Existe la tendencia actual de atribuir la gran mayoría de sucesos que ocurren a nuestro alrededor al cambio climático: hambre, pobreza, enfermedades, incluso conflictos entre poblaciones son comúnmente atribuidos a aquel fenómeno. La realidad es que estos problemas y necesidades han aquejado históricamente al mundo y ahora parecen estar en un segundo plano debido a la presión del activismo por el clima.
Muchos recursos se están dedicando al cambio climático sin que sea necesariamente la inversión que retorne los mayores beneficios. Implementar completamente el acuerdo de París costaría entre $819,000,000,000 y $1,890,000,000,000 (un billón ochocientos noventa mil millones) por año con un beneficio de solamente $0.11 por dólar invertido. Una relación beneficio-costo ciertamente baja. Mientras tanto, en 2019 las Naciones Unidas encuestaron a 9.7 millones de personas alrededor del mundo, pidiéndoles que clasificaran 16 políticas de acuerdo con su nivel de importancia; las necesidades más apremiantes, de acuerdo con los encuestados, fueron educación, salud, creación de empleos, combate a la corrupción y nutrición, la acción para el clima fue la última prioridad entre las 16 opciones presentadas.
Hay, sin duda, necesidades más importantes donde los recursos pueden usarse con mayores beneficios sociales. De hecho, un estudio de las Naciones Unidas hizo un análisis de beneficio-costo en 75 intervenciones asociadas a los objetivos de desarrollo sostenible. Por ejemplo, se encontró que el acceso universal a anticonceptivos retorna $120 de beneficio por dólar invertido, siendo las mujeres las principales beneficiarias, en el corto plazo reduciendo los riesgos de muerte e incapacidad por problemas durante el embarazo o el parto, y en el mediano/largo plazo asegurándoles mayor acceso a educación, mejores ingresos y mejoras en la salud de la madre y sus hijos.
También, reducir la desnutrición infantil representa una inversión inteligente con una relación beneficio-costo de $45. Una investigación reciente de la Universidad de California Davis encontró que proveer a niños de seis a 24 meses de edad 20 gramos de un suplemento nutricional (aceite vegetal, mantequilla de maní, leche en polvo, vitaminas y minerales) durante tres meses redujo significativamente la mortalidad infantil, la anemia y los retrasos en el crecimiento. Una buena nutrición garantiza el desarrollo cerebral y físico de los niños, quienes podrán asistir a la escuela, aprender más y convertirse en adultos más productivos. En la misma línea, inversiones en educación, encaminadas a mejorar la eficiencia con que niños en países en desarrollo aprovechan y adquieren conocimientos, habilidades y destrezas en la escuela, tienen una relación beneficio-costo de hasta $65. Sin duda una inversión con potencial de garantizar el bienestar individual y colectivo a lo largo de su vida.
Intervenciones en salud, como incrementar el acceso a inmunización para más personas y contra más enfermedades, así como prevenir muertes y contagios por tuberculosis y malaria retornan entre $36 y $60 por dólar invertido. Incluso, otros tipos de intervenciones, como asegurar el acceso a banda ancha móvil o electricidad universal en zonas rurales de países en desarrollo tienen una relación beneficio-costo de $17 y $5, respectivamente, permitiendo a estas poblaciones el acceso a información, mercados, productos, transacciones e incluso educación. En medioambiente, el mayor beneficio-costo ($11) se encuentra en invertir en investigación y desarrollo de energía verde tratando de llevar los costos de estas energías debajo de los costos de combustibles fósiles.La mitigación y adaptación al cambio climático es importante, pero la realidad es que existen necesidades más apremiantes y concentrar la atención y los recursos en aquel pone en riesgo el bienestar de poblaciones vulnerables. No olvidemos las cosas más importantes.