El clientelismo político, el fortalecimiento gremial de los vendedores, la incidencia de la violencia, la falta de oportunidades y de estrategias efectivas fueron algunos de los factores que durante cinco décadas impidieron llevar a cabo el reordenamiento de la calle Arce y detener la expansión de los negocios informarles por el Centro Histórico de la capital, asegura Irvin Rodríguez, jefe de la Unidad Técnica del Comercio en el Espacio Público de la alcaldía de San Salvador.
Todo comenzó en los años setenta, explica Rodríguez, cuando la comuna capitalina era administrada por José Antonio Morales Erlich, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), quien impulsó un proyecto de «peatonalización de las calles» que dio inicio en la calle Arce del Centro Histórico.
«Por decreto legislativo, las calles se hicieron peatonales cuando la Democracia Cristiana tenía el control total», recuerda el funcionario municipal, y detalla que, en ese momento, la alcaldía cedía permiso a los vendedores para que llegaran a comercializar sus productos a la calle Arce a diario a partir de las 4 de la tarde.
«Los mismos comerciantes que llevan 50 años aquí [Centro Histórico] narran esa situación ahora. La alcaldía de aquel momento les autorizaba venir a esta vía en ese horario a vender. Traían sus canastos, los colocaban, vendían y luego se iban», agrega.
El funcionario municipal comenta que durante esa época, Erlich inició un proyecto de construcción de varios quioscos en la calle Arce, y a medida que se impulsaba el «concepto peatonal», los vendedores comenzaban a solicitar al gobierno municipal que les autorizara ubicarse a la par de los quioscos y ya no solamente desde las 4 de la tarde.
«Desde entonces se comenzó a deformar el uso de las calles peatonales a un sistema de comercio informal que agarró fuerza por medio de organizaciones de vendedores, y empezaron a ser una especie de cliente político para los cambios de gobierno municipal», afirma Rodríguez.
Agrega que dichos quioscos fueron los que dieron pie para que se incrementaran las ventas en la vía pública.
«Originalmente no eran estructuras formales, solo eran espacios asignados, después se fueron construyendo tarimas hasta llegar a grandes bultos con toldos, plásticos y estructuras metálicas», describe.
Incluso menciona que la administración dirigida por el exalcalde Erlich les construyó la primera galera a los vendedores informales, que tenía de 30 a 40 metros de largo.
«Debajo de esa galera se empeza ron a desarrollar los puestos. En un inicio cada “cuadrito” era de dos metros, luego se fueron aumentando a cuatro y así se multiplicaron», detalla.
Asimismo, explica que con el paso del tiempo los vendedores ya no cabían en la calle Arce, por lo que comenzaron a hacerse a los lados y ocuparon las arterias aledañas hasta llenar todo el centro capitalino.
Según Rodríguez, con la llegada de los gobiernos de ARENA y del FMLN, la situación se tornó aún más complicada, pues además de verlos en un primer momento «como un instrumento de carácter electoral», luego intentaron desalojarlos «a la fuerza y con medidas violentas».
En 2010, el exalcalde por el partido tricolor y ahora prófugo de la justicia Norman Quijano envió a cuadrillas de antimotines con fusiles y gas lacrimógeno para que sacaran a la fuerza a los vendedores que estaban ubicados en la calle Arce.
«Al siguiente día de que se destruyó todo comenzaron las protestas y las marchas, se tomaron la calle; entonces, el exalcalde Quijano les cedió el espacio otra vez», recuerda.
Como «una estrategia inapropiada y fracasada» describe Rodríguez la apuesta de Quijano, y destaca que a diferencia de esos «intentos imprudentes», la actual gestión del alcalde Mario Durán «lo ha logrado sin ningún tiro, sin ningún herido, sin ningún grito», porque ha sabido plantear dos rutas de intervención para que todos ganen.
«Una es la reactivación del Sistema Municipal de Mercados como un espacio seguro y formal del comerciante; y la segunda es la construcción de alternativas en el marco de un nuevo modelo de gestión del espacio público. Acá tenemos el ejemplo del mercado Hula-Hula, el que se está construyendo en la colonia Escalón y el que se hará en el predio de la exbiblioteca», detalla.
De acuerdo con Rodríguez, el principal motivo por el cual han conseguido que los vendedores informales se retiren voluntariamente de los espacios públicos es la confianza que tienen en el presidente Nayib Bukele.
«Es por todo el andamiaje político, la transformación del país, la confianza que les da el presidente. Todo esto suma y confían en la gestión política y en que se les dará lo que necesitan», reitera.
Hasta el momento hay 233 comerciantes por cuenta propia de la calle Arce que ya son candidatos para adquirir un puesto en cualquiera de los 23 mercados municipales de la capital.
«Están esperando a que les asignemos un puesto. Eso se llama confianza. Históricamente ningún gobierno municipal ha alcanzado ese nivel de vinculación con la gente, y menos con el sector de comerciantes», añade.
Luego afirma que esa confianza de los vendedores se ha fortalecido por la actitud y el liderazgo municipal.