Chile decide este domingo si aprueba una nueva Constitución tras un debate que apasionó a sus ciudadanos, nacido en 2019 de la rabia popular contra un modelo de éxito económico pero con grandes desigualdades sociales.
La Carta Magna sometida a referéndum busca reemplazar una vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que a pesar de varias reformas en democracia dejó atada a las leyes del mercado la educación, la salud y el sistema de pensiones, sin que el Estado pueda regular la actividad privada.
Como reflejan Anadriel Hernández (18) y Tomás Ortega (19), ambos primeros votantes, la elección pasa por la esperanza de cambio o el miedo a ese giro. Ortega dice que votará «Rechazo» decepcionado por el proceso y por «la eliminación del Senado» o por una lógica «casi separatista en el trato de temas indígenas». Convencida por el «Apruebo», Hernández admite que los cambios no serán «de la noche a la mañana, porque eso sería imposible, pero siempre se comienza por algo y la nueva Constitución es un gran paso para empezar a cambiar la modalidad con la que se rige el país».
Ambos jóvenes consideran importantes las reformas en medio ambiente, educación y salud, pero para Ortega el texto fue muy lejos en algunas y se quedó corto en otras. Cree que es necesario un cambio constitucional pero no como quedó esta propuesta.
Hernández defiende que se incluyeron temas «porque no se tomaron en cuenta en gobiernos anteriores». El texto sometido al voto de más de 15 millones de personas fue redactado durante un año por una convención elegida con paridad e inclusión de indígenas, que dio como resultado un texto progresista, elogiado por economistas como Thomas Piketty y Mariana Mazzucato, filósofos y estrellas internacionales, pero que polarizó a la dirigencia política chilena, muy desacreditada en la calle.
Las encuestas divulgadas hasta el 20 de agosto, sin excepción, pronostican un triunfo del «Rechazo».
Pero en las calles, la campaña del voto negativo no ha movilizado a su gente. Al contrario, el «Apruebo» ha convocado multitudes en fiestas de barrios y plazas del país.
«El escenario está totalmente abierto y a medida que se acerca el día del referendum se confirman datos de que habrá un gran número de votantes», explicó a la AFP la politóloga Claudia Heiss, académica de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile. Será la primera elección con voto obligatorio en una década y en un país con altísima tasa de abstención en las consultas más recientes. Pero la firma Criteria indicó en las últimas horas que 84 % (12.6 millones) de personas tendrían intenciones de ir a votar, lo que podría significar una «revolución participativa».