Recuerdo románticamente a la Legión Extranjera, creada por el rey Luis Felipe en el siglo XVIII; su objetivo era reunir a todos los extranjeros que pudieran servir a las fuerzas armadas de Francia. Aquella guerra que despertó e inspiró quizás a todas las generaciones de soñadores de varios continentes, a finales del siglo XVIII y del siglo XIX al grito: «Liberté, égalité, fraternité». Recuerdo que esas consignas me iluminaron el camino, aún no muy claro, en los años sesenta contra más de un siglo de dictaduras, masacres estudiantiles, obreras y campesinas en todo nuestro continente, y no muy claro porque en nuestra juventud, «mal educados» o mal informados, hasta que llegábamos a los estudios superiores y por nuestra cuenta leíamos nos formábamos un conocimiento científico sobre la historia y la importancia de nuestra participación en ella, para cambiar, rectificar, reconstruir un nuevo destino en nuestros países.
Entonces, revisando aquellas luchas heroicas de nuestra independencia latinoamericana, e incluso de Europa, sobre todo la francesa, y conociendo aquellos objetivos de libertad propuestos por los libertadores, comparando la realidad al final de aquellas luchas que terminaron en la usurpación de esa libertad por nuevos dictadores, pendencieros, oligarcas, amos de haciendas, amos del verdadero poder económico, que traicionaron totalmente incluso la gesta independentista de Bolívar liberando cinco repúblicas, y que hasta el mismo prócer declara en las cercanías de su muerte: «He arado en el mar», ante la traición de aquellos «amos del valle»… Las fuerzas armadas de Latinoamérica, creadas y mantenidas al servicio incondicional de aquellos vendepatrias, traidores del pueblo, enemigos de la libertad.
Aquí me detengo, justo al recordar ese inmenso título que le dio Manuel José Arce a nuestras Fuerzas Armadas salvadoreñas cuando las creó como: Legión de la Libertad; sí, en mayúsculas siento esa frase, que hasta hoy, después de ser esos ejércitos actores de decenas de masacres, crímenes de guerra al servicio de las fuerzas oscuras que han asesinado cientos de luchadores por lograr la libertad de expresión, de pensamiento, están al servicio del pueblo como una legión de la libertad, y «mantengo esta opinión hoy», porque al fin han estado dispuestos a resolver la falta de libertad de movilización y expresión que tenía el pueblo sometido al chantaje, la humillación y hasta el asesinato, amparados por organizaciones de cuello blanco y por intereses políticos.
«La Fuerza Armada de El Salvador fue creada por Manuel José Arce el 7 de mayo de 1824 con el nombre de Legión de la Libertad conmemorando el Día del Soldado Salvadoreño. Desde 1931, la Fuerza Armada dominó el Gobierno de El Salvador hasta el derrocamiento del expresidente Carlos Humberto Romero en 1979».
Dejo esta nota histórica solo para tener una visión lo más exacta posible de lo que fue y lo que es nuestra Fuerza Armada en un Gobierno que ahora respeta esos valores humanos y le da a esa institución una verdadera razón para la que fue creada como Legión de la Libertad.
Considerando, hoy sí, fielmente ese acuerdo de activarla con una patriótica y consciente educación que les muestre antes de sacar el fusil que tienen como noble misión permitirle a sus hermanos salvadoreños la libertad de ser y expresarse libremente como ciudadanos, dignos de respeto y de todas las consideraciones humanas expresadas en la soberana Constitución.