Sun Tzu dijo: «El arte de la guerra se basa en el engaño». A finales de 1979, un grupo armado beligerante inició una cruenta guerra civil contra las fuerzas armadas del país, supuestamente en nombre del pueblo, de los sin voz. Por más de 12 años, la izquierda —que quería el poder mediante las armas— se enfrentó a gobiernos de derecha y dejó más de 72,000 asesinados y más de 9,000 salvadoreños desaparecidos.
El final de la Guerra Fría anunció la terminación del financiamiento extranjero, que obligó a los rojos insurgentes y al Gobierno de los poderes fácticos a ponerle fin al conflicto en nuestro país, lo que disfrazaron de «buena voluntad».
Para hacer creíble cualquier solución ante los ojos de la población y de la comunidad internacional acordaron una última jugada a costa del terror y de la sangre del pueblo: la ofensiva Hasta el Tope, el 11 de noviembre de 1989. ¿O nos dirán que la inteligencia del Estado no tenía en el mapa la acción guerrillera, cuándo y por dónde iban a atacar?
Pero como en toda partida de ajedrez: movió su peón la izquierda —con la ofensiva—, y entonces fue el turno de la derecha. El 16 de noviembre de 1989 seis sacerdotes de la Compañía de Jesús y dos empleadas domésticas fueron ejecutados dentro del campus de la UCA. Todo fue calculado por ambos grupos para obrar su siguiente jugada.
Si alguna vez hubo enemistad real entre izquierdosos y derechistas, se terminó cuando decidieron la nefasta ofensiva hasta el final y el asesinato de los jesuitas, para luego culminar con su acto maestro de ilusionismo.
La población fue inducida a uno de los más grandes engaños de la historia: la firma de los llamados Acuerdos de Paz. ¿Acuerdos para quiénes? La misma historia se ha encargado de develarnos, poco a poco, lo que realmente sucedió.
La última tajada millonaria extranjera se la repartieron las cúpulas firmantes en el Castillo de Chapultepec: el ya constituido ARENA y el FMLN. A la espera de la compensación económica y el cumplimiento de otros acuerdos quedaron excombatientes y exmilitares por su participación en el conflicto bélico. Treinta años y seis gobiernos pasaron de ambos partidos. ¿Les cumplieron?
Debo reconocer que al menos tres acuerdos de paz se cumplieron, dos de conocimiento público y uno oculto. Primero, el FMLN dejó las armas, que solo ellos saben dónde las tienen y que amenazan con volverlas a tomar; segundo, la alternancia en el poder con ARENA; y, tercero, el más nefasto acuerdo, el oculto: ser hermanos gemelos y no dañarse ni perseguirse entre ellos.
Para lo cual, guiados por los poderes fácticos, establecieron un sistema políticojudicial-económico corrupto que sometió a El Salvador por tres décadas. ARENA y el FMLN establecieron trincheras de falsos opositores.
Solo unos ejemplos. Durante cuatro gobiernos, ARENA jamás buscó llevar ante la justicia a los autores intelectuales y ejecutores de las masacres por parte de los grupos criminales del FMLN. Les recuerdo que 12 personas fueron asesinadas, incluyendo cuatro infantes de marina de Estados Unidos, en un ataque guerrillero en la Zona Rosa. ¿Cuántos años han pasado?, 34.
El FMLN ascendió al poder, un poco tarde diría, pues la gente le tuvo miedo a Schafik Hándal (el verdadero), cuando ya le tocaba la alternancia (diría que ARENA les bajó un Gobierno usando el miedo). Pero, al final, llegó a la presidencia con un foráneo, que resultó un ladrón descarado y corrupto sin medida, sin comparación. Luego un profesor, que durmió como caricatura en cuentos de hadas.
Diez años gobernaron los que juraron luchar por el pueblo, los que derramaron sangre en la ofensiva Hasta el Tope, y que ahora lo único que hacen es seguir conmemorando dicha acción. Pero a la izquierda también le recuerdo que la derecha asesinó a los sacerdotes jesuitas, un crimen internacional. Sus autores intelectuales y ejecutores son conocidos por el pueblo y el mundo entero. ¿Por qué no los llevaron ante la justicia? y ¿qué decir de la masacre de El Mozote?, ¿por qué nunca les interesó poner tras las rejas a los asesinos y resarcir los daños a las familias de las víctimas?
Se abre el telón: los hermanos gemelos ARENA-FMLN ya no tienen máscara, se las quitó el pueblo en 2019. Por eso combaten contra un Gobierno que descubrió su engaño, que les rompió el bipartidismo; pelean contra un Gobierno que ahora sí lucha por el pueblo; con un Gobierno que busca hacer justicia en todo aquello que ambos partidos corruptos protegieron, ocultaron y solaparon. De igual forma, todas sus ONG de fachada han quedado al descubierto, a tal grado que el dinero también alcanzó a los religiosos.
Ahora se comprende mejor por qué en ambos partidos en extinción hay desbandada de profesionales que realmente quieren servir al país, a quienes nunca les dieron el espacio y renuncian ante la descarada oposición absurda de dos institutos políticos a los que no les importa lo que tengan que hacer para recuperar el poder. Asesinatos y desapariciones son, apenas, algunas de sus cartas.
ARENA y el FMLN no son enemigos, nunca lo fueron. El verdadero enemigo de ellos fue, es y será el pueblo salvadoreño.
Como dijo Sun Tzu: «El arte de la guerra se basa en el engaño». Y, definitivamente, ese fue su gran engaño. Esa es la gran estafa.