Hablar de sexualidad debe ser algo natural en todas las personas, pero muchas veces se piensa que el tema es innecesario. En realidad, obviar esta temática ha propiciado que los derechos de algunas personas se hayan violentado.
Para hablar del tema, primero vamos a definir ¿qué es la sexualidad? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad «es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de toda su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual», (OMS, 2006).
Basados en lo anterior, significa que hablar de sexualidad no es solo hablar de relaciones sexuales. El psicólogo Óscar León expresó que la sexualidad se puede definir como la serie de procesos, de creencias, de conocimientos o de desarrollo que van enfocados a fortalecer la integridad y dignidad humana, que potencian los procesos psicológicos básicos del ser humano como la autoestima, el autoconocimiento y la automotivación.
«Hablar de sexualidad es quitar el mito que solo se hace referencia a la parte psíquica. Se debe tener en cuenta y hacer énfasis que como seres humanos, desde que nacemos hasta que morimos, somos sexualmente activos. Constantemente, estamos en diferentes tipos de relaciones desde la vinculación con los padres, crianza con la familia, el rol que se ocupa como estudiantes, dentro de la sociedad y otras», dijo.
Destacó que la sexualidad (en la parte social) se refiere a la interacción con las personas que se encuentran en el entorno. Es importante esta definición porque a partir de aquí surgen temas como abusos sexuales, psicológicos y físicos que suceden en las poblaciones más vulnerables como son los menores de edad y las personas con discapacidad.
«Bajo la postura del adultocentrismo se ha querido tomar en cuenta que los niños no tienen derechos ni opinión, algo que los mismos adultos han tergiversado. Tampoco debemos de obligar a los niños a abrazar, dar la mano o dar un beso a una persona si ellos no quieren».
Enfocándolo en las personas con discapacidad hablar de sexualidad es todavía más importante porque la familia y la sociedad tiene una diferencia bien marcada. Los padres, cuando su hijo nace o adquiere una discapacidad, anulan todas las funciones que como persona tiene derecho.
«Los padres o el entorno de una persona con discapacidad, automáticamente, le ponen la etiqueta de que no hay que hablar ciertos temas porque no entienden o no comprenden. Esto se da cuando hay que explicar sobre su desarrollo físico, lo que es correcto o incorrecto y otras situaciones donde se puede ver expuesto a ser víctimas de abuso físico, sexual y psicológico», indicó.
Otra etiqueta que se aplica para las personas discapacitadas es que son «asexuales», con lo cual quieren decir que no van a poder reproducirse, pero esto se da por el temor de los padres a que el futuro niño posea la misma condición, sobre todo cuando son personas con síndromes genéticos.
León señaló que hablar sobre sexualidad debe iniciar en la etapa del desarrollo de una persona, a quien se tiene que explicar los cambios que experimenta y aclarar sus dudas para evitar conductas inadaptadas. Es decir, todo adulto tiene la obligación de abordar el tema.
El especialista asegura que hay estudios que muestran que los padres de familia no hablan sobre la menstruación, (en el caso de las mujeres) o de erecciones (en los hombres), cuando debería ser todo lo contrario.
«Como terapeutas, tenemos varios retos porque para muchos padres hablar sobre el desarrollo sexual si bien no es una ofensa, pero es algo que todavía no logran dimensionar porque lo asocian, muchas veces, con el mito y las ideas erróneas de discapacidad que son niños, cuando no es así».
Explicó que lo más complejo es cuando una persona tiene una discapacidad intelectual y, como terapeutas, lo primero que hacen es conocer cuál es el nivel de comprensión y análisis que tiene la persona, porque en función de eso se puede buscar la manera de cómo abordar su sexualidad. En general, León señaló que es importante estar atentos a lo que los niños quieren dar a entender y sobre todo decirles que no deben guardar secretos y eso se logra cuando los padres se muestran muy receptivos a sus hijos. Un ejemplo de ello es cuando un niño dice me gusta una canción y como padres deben escuchar y preguntar por qué les gusta. Ya en su etapa de adolescentes, la sexualidad puede abordarse con esa misma naturalidad, mediante preguntas de los jóvenes.
Todos los niños, niñas y adolescentes (con discapacidad o no) son personas sexuadas y, como todas, tienen necesidades de amor, ternura y placer. Ejercer su sensualidad y la vivencia sexual es un derecho.
Los temas deben hablarse en la familia
Todas y todos somos seres sexuados y sexuales, por eso la sexualidad es una parte importante de nuestra vida y persona.
La educación para la sexualidad también transcurre a través de las formas con las que en familia se habla de algunos temas. Cabe destacar que para que haya una buena educación sexual se debe incluir la comprensión de nuestros sentimientos y emociones hacia otras personas.
BARRERAS Y LIMITACIONES QUE CREA LA SOCIEDAD PARA LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD
- Estigmatizan a las personas con discapacidad, negando y reprimiendo su sexualidad.
- Disminuyen sus oportunidades aislándoles en el ámbito familiar.
- Fomentan una baja autoestima.
- Impiden la participación de los niños y adolescentes con discapacidad en los espacios, conversaciones y oportunidades de intercambio, juego y socialización con otros niños o adolescentes.
- Hacen que las propias familias tengan dificultades a la hora de tomar en cuenta sus necesidades de educación para la sexualidad y brindar acceso a información preventiva.