En los últimos días, ARENA ha sido noticia porque continúa imparable su proceso de descomposición, con la renuncia de diputados y líderes locales que se cansaron de la falta de una verdadera dirigencia nacional y de no tener rumbo político.
El debate en esta agrupación gira en torno a cuándo renunciar. Poco a poco, todos se van desencantando y se cansan de pedir ser escuchados. La cúpula vive en una bola de cristal, aislada de la realidad cotidiana, creyendo en falsas proyecciones y en la ilusión de que pronto regresará al poder, incapaz de percibir el desmoronamiento a su alrededor.
En cambio, la otra cara de la alianza, el FMLN, ni siquiera es noticia. Todo se queda a nivel de chismorreo. Así, el reclamo en las redes sociales de una exasesora con plaza fantasma en la vieja Asamblea Legislativa contra el expresidente prófugo Mauricio Funes por criticar las fotos que ella compartía.
Ese es el actual nivel de debate en el FMLN, que apenas cuenta con cuatro diputados, dos de los cuales rechazan los lineamientos de la dirigencia. El partido también ha comenzado a recibir renuncias de alcaldes frustrados por la carencia de rumbo y liderazgo. En las bases el desasosiego es mayor, ven a sus grandes referentes huyendo de la justicia, asilados con lujos en otros países y hasta adoptando nacionalidades que sus fortunas mal habidas les permiten comprar.
ARENA y FMLN dejaron de ser lo que una vez fueron, grandes maquinarias político-electorales; y jamás llegaron a ser lo que prometieron, el instrumento de cambio de una nación.
Si ellos que son «los grandes» viven en la irrelevancia, el resto de la oposición no pasa de ser una anecdótica anotación de pie de página.
Hace poco más de un año, los ciudadanos decidieron superar el sistema corrupto que el perverso binomio ARENA-FMLN había implementado. Por medio del voto libre y directo ejercieron su poder de transformación y comenzaron una nueva era, dándole a Nuevas Ideas la mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa, un hito histórico en la democracia salvadoreña.
El poder popular se expresa en cada votación en la nueva Asamblea Legislativa, que corrige errores históricos, cierra brechas y elimina privilegios que los viejos partidos garantizaban a sus financistas.
El Salvador avanza con paso firme hacia verdaderos cambios que aseguren el desarrollo y el progreso. Es un proceso que no tiene marcha atrás por más molestias que provoque entre la oposición irrelevante.