Todo el país contempló con horror cómo una rastra destruía decenas de vehículos debido al mal funcionamiento de su sistema de frenos y porque se conducía a excesiva velocidad con una sobrecarga de 10 toneladas.
Dos personas fallecieron: una inmediatamente y la otra en la sala de operaciones, donde los médicos, a pesar de todos los esfuerzos que hicieron, no pudieron salvarla debido a la magnitud de los daños que sufrió. Se trató de un oficial de la Policía Nacional Civil dedicado a la investigación contra las pandillas. Este hombre dedicado en cuerpo y alma a proteger a la sociedad salvadoreña murió de una manera cruel debido a la irresponsabilidad con la que se conducía este vehículo del transporte pesado por las calles de El Salvador.
El conductor de la rastra fue detenido y será llevado ante la justicia para que esta dictamine la responsabilidad de sus actos. También el representante legal de la empresa propietaria de la rastra fue detenido por su responsabilidad en estas muertes y en los daños causados a la propiedad privada.
El presidente Nayib Bukele se refirió a este caso y manifestó que no se puede justificar a nadie por una acción de la magnitud de lo sucedido el martes por la tarde en función de que actúa así «por necesidad».
Alegar que una persona no debe ser castigada porque se encontraba «trabajando» es una excusa que de poco sirve a las familias de las víctimas; al contrario, manejar una rastra, un vehículo pesado y con el potencial destructivo que tiene es una responsabilidad muy grande y debe estar asignado a personas capaces de manejar situaciones como las que sucedieron. Pero también debe compartirse la responsabilidad con la empresa, tanto por el mantenimiento del vehículo como por la sobrecarga de la unidad.
Un operario responsable de un equipo que puede poner en riesgo la vida de otras personas también puede negarse a realizar tareas que puedan ser peligrosas tanto para él como para terceros. Ya lo decía san Óscar Romero sobre los soldados que podían desobedecer órdenes de sus superiores si implicaban violación de los derechos humanos. Lo mismo pasa con un motorista que está obligado a negarse a conducir un vehículo en mal estado o con una sobrecarga de varias toneladas.
Todos estamos llamados a cumplir la ley y a ser responsables a la hora de conducirnos por las vías públicas. En sectores de la oposición incluso se alegraron de la tragedia, achacando al Gobierno por no haberla evitado, evadiendo la responsabilidad de los particulares en la catástrofe.
Las nuevas reformas de tránsito buscan evitar situaciones como las que ocurrieron esta semana, pero también contienen sanciones muy drásticas para castigar a los infractores. Se trata de que todos cumplamos la ley para beneficio común y salvaguardar la vida misma.