Chandra Mohan Jain solía decir: «La vida comienza donde termina el miedo». Esta afirmación nace desde la profundidad misma de la verdad existencial. La mayor limitante en la vida no son los factores de desigualdad social (que sí tienen mucho que ver), pero en realidad, un esquema mental rígido, lleno de temores, es lo que mantiene al ser humano sumido en la resignación de un «tal vez» o un «quizá».
Cada circunstancia de la vida lleva consigo dos caminos: el de la vereda que mantiene las cosas tal como están y el del sendero que, sin conocerse y parecer tenebroso, conlleva a un nuevo aprendizaje y quizá a un logro como nunca. Ahora bien, no es sencillo, pensará algún lector, no es solo de decirlo, el hacerlo es lo complejo. Pero es necesario recordar que tanto el pensar como el decir carecen de sentido si el hacer no nace como hijo amado de ambos.
De tal manera, tal como expresó sabiamente el maestro Epicteto, «los hombres no tienen miedo de las cosas, sino de la forma en que las ven». Es más fuerte en la falsa realidad el temor por lo que veo o creo que lo que realmente es. Ser capaz de comprender esta realidad es el inicio de la libertad; es decir, de la oportunidad natural de ser y hacer, según lo que debe ser, bajo la verdad de lo que siempre tuve que ser.
Así pues, esta verdad para el interior de cada ser humano puede replicarse a nivel macrosocial. Lo que en el país está sucediendo es reflejo claro de una libertad que está naciendo del adiós al temor que por décadas inculcaron en los ámbitos político, educativo y mediático. Este pueblo decidió no temer más y, a pesar de no tener claridad de un nuevo gobierno con jóvenes sin experiencia política, decidió nadar en el mar de la dialéctica social y dejar atrás el inicuo pasado vergonzoso del colonialismo oligárquico mezquino llamado «libertad y democracia de plástico e inmoral».
Pues bien, tal como se expresó al inicio de esta columna, la vida comienza donde finaliza el temor, este es el momento para que tú, querido lector, dejes de temer, pues el temor es artificial, no es real. El miedo es natural, es real; el temor es un alargamiento psicológico de lo natural. Por ende, es tiempo ya de que te liberes del pasado y del qué dirán, del complejo y del no puedo más, y empieces a darte cuenta de que has nacido para más.
Este pueblo ya despertó y con ello empiezan los cambios estructurales de verdad; entonces, la pregunta sería: ¿tú cuándo comenzarás? ¿Cuándo dejarás ese peso innecesario que no te deja ir más allá? Libérate, deja el temor, solo comprendiendo que tal como lo expresan las sagradas escrituras cristianas, «porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (1.ª de Timoteo 1:7). Es la razón primordial para que comience en ti hoy, no mañana ni después, sino hoy, la libertad de ser tú mismo y levantar el castillo donde has de morar en paz y verdad.
Empero, debes tener la valentía de ser tú mismo y no temer a ello, sin importar las miradas sociales, para elevarte por encima de la mediocridad y comenzar a alzar el vuelo por los cielos del centinela, observando desde ahí cómo tu propia existencia y la de este pueblo bendito construye su propio destino, con base en la libertad, la dignidad y la rebeldía consciente, que caracterizan a una sociedad que después de tanta denigración decidió tomar las riendas de su existencia, más allá de la accidentalidad, y converger con aquello que idealmente se ha llamado felicidad.