Salvadoreño que se respeta conoce muy bien las playas de su país. Desde el oriente, centro y occidente podemos encontrar —por mencionar algunas— la playa El Cuco, Las Flores, El Tamarindo y El Espino en los departamentos de San Miguel, La Unión y Usulután; la playa Costa del Sol, El Majahual, El Tunco y El Sunzal en los departamentos de La Paz y La Libertad; playa Salinitas, Costa Azul y Barra de Santiago en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán. Algunas de ellas con arena hasta donde la vista les alcanza y otras con piedras en sus orillas.
Si alguna vez han tenido la oportunidad de hablar con un doctor en Medicina, psiquiatra, psicólogo y/o quiropráctico, tal vez han escuchado que el mar contiene una gran cantidad de minerales saludables para el ser humano, que transmite una energía positiva a nuestro cuerpo. Masajistas colocan piedras calientes en la espalda al hacer los masajes relajantes.
Para ser puntual, el mar contiene miles de millones de toneladas de aproximadamente 77 elementos químicos y minerales, como el cloro, sodio, magnesio, azufre, aluminio, yodo, cobre, zinc, plomo, mercurio y oro. En la actualidad, considero que los tres principales minerales que se extraen de manera rentable del mar son la sal, único producto que el hombre obtiene en grandes cantidades; el magnesio, junto con sus compuestos, y el bromo, pero acepto que aún falta explotar otra gran riqueza mineral del océano.
Si alguna vez han tenido la oportunidad de hablar con un abogado, les aseguro que ninguno se ha detenido a hablarles sobre el poder de las piedras del mar (a menos que la persona sea el imputado y la piedra sea la prueba estrella en un proceso penal. Definitivamente, este no es nuestro caso). El tema de las pierdas es una filosofía y creencia que he adoptado a través de los años, luego de pasar muchísimo tiempo en la playa El Sunzal, en el departamento de La Libertad, y que quisiera compartir.
En esa playa pasa un fenómeno increíble todos los años. Durante seis meses se puede disfrutar de una amplia playa e incluso caminar a la playa vecina, El Tunco, pero los restantes seis meses es inexistente dicha playa y se llena de piedras en su totalidad. Es incluso difícil caminar, ya no digamos bañarse en el mar, porque se vuelve sumamente peligroso. Sin embargo, a pesar de esa época de piedras peligrosas, se ha convertido para mí en una época de reflexión, de análisis, de fe.
Esas piedras que se ven en exceso, unas encima de otras, como alfombra, viéndolas desde el amanecer hasta el atardecer, han sido capaces siempre de transmitirme una energía sumamente positiva. Son capaces de moverse por sí solas, son capaces incluso de hablar, teniendo yo la sabiduría y la fortaleza de escuchar. Aunque no me lo crean, el mar me regaló una piedra en forma de corazón. Personalmente, nunca había visto algo así en mi vida. Pero ¿qué significa? Inmediatamente lo supe, el mar me dijo que no le tuviera miedo, sino que le tuviera amor.
Amigos, la respuesta está en medio de las piedras.