Los contundentes golpes electorales asestados por la población a los partidos tradicionales ARENA y FMLN, así como a los institutos políticos pequeños, los han dejado en un laberinto en el que no encuentran la salida
Tanto es así que tomados de la mano caminan en una sola ruta, la que les marcan los manuales viejos de la política, los que les dictan atacar y atacar al Gobierno con campañas sucias, porque sus sentidos quedaron tan dañados que aún no han entendido el mensaje y la decisión soberana del pueblo.
Lamentable es que partidos políticos neófitos que asomaron cabeza en las elecciones de 2021, cayeron en el mismo odre viejo y resultaron ser más de lo mismo, y fieles al estilo de los «saltamontes» siguen el guion de los que consideran sus maestros, esos que por más de 30 años sometieron al país a la pobreza, a la falta de oportunidades y de desarrollo social y económico.
Una cosa es clara: ARENA y el FMLN no son del agrado de los salvadoreños y galopan a su desaparición, o quizá a quedarse sin incidencia, por un tiempo, como están ahora.
Otra cosa es cierta: la recomposición de la derecha y de la izquierda no asoma, simplemente porque creen que la llegada del presidente Nayib Bukele y de Nuevas Ideas es un accidente. Accidente, por cierto, que viene desde Nuevo Cuscatlán. Apuestan a que la gente regresará al pasado, por conformismo, si continúan con su encarnizada, ciega y descarada lucha contra todas las acciones del Gobierno. Olvidan que oponerse a las medidas tomadas para hacer frente a la COVID-19, a la compra de vacunas, a la entrega de kits de medicamentos, de paquetes alimentarios, de computadoras con internet, a elevar el salario mínimo, entre otras cosas, les pasó factura en 2021.
La derecha negrera, mezquina, abusiva, egoísta, defensora de los intereses de los poderosos pasando por encima de toda la población y de sus derechos laborales y humanos no volverá, porque los salvadoreños se hartaron y desprecian ese sistema corrupto y nefasto implantado, y que dieron continuidad con sus hermanos efemelenistas.
En cuanto al FMLN surge la pregunta ¿qué es ser de izquierda? Cuestionamiento válido porque en el país lo que hemos tenido es un partido pintado de rojo con las mismas características corruptas y de enriquecimiento ilícito de los tricolores. Nadie entendió qué es lo que tanto peleaban en la guerra civil criminal –más de 72,000 asesinados y miles de desaparecidos— versus lo que hicieron como oposición y en sus dos gobiernos, por cierto, plagados de los robos más grandes y descarados de la historia.
Los poderes económicos ya no pueden tener de caporales a los partidos políticos como lo hicieron con ARENA-FMLN-PCN-PDC; que no pueden seguir empecinados en tener gerentes en las sillas presidenciales ni tratando como ignorantes o peones de su finca a los salvadoreños. Deben entender que este país cambió, y es el pueblo el que lo decidió.
La carnicería interna en ARENA y apéndices, así como el eterno pleito en el trípode de poder del FMLN, debería de terminar de abrirles los ojos de que son cosa del pasado político.
Continuar financiando protestas fuera y dentro del país, envalentonando a los mismos cabecillas de grupos de choque que siempre andan metidos en cualquier «relajo» pues es su «modus vivendi», ocupando todo tipo de organización y medios de comunicación que lo único que buscan es bañarse en el chorro de dólares, no es lo que el país quiere ni pretende volver a ese sistema oscuro.
El Salvador ha exigido a gritos, desde hace mucho, el establecimiento de un sistema que permita su crecimiento económico y social, en un ambiente de total respeto a sus derechos y que le brinde oportunidades para hacer realidad sus sueños. Un sistema que tenga empresarios responsables y comprometidos, instituciones políticas de oposición verdadera, que tengan como único fin el bienestar de todo un país.
Y aquí es donde está la gran oportunidad de partidos políticos nuevos, que busquen ese único fin, que amalgamen experiencia y juventud, sin influencias de personajes oscuros con máscaras de renovación o novedad y sin caer en el mismo laberinto. Ahora se presenta la gran oportunidad de ocupar los espacios de los fracasados partidos tradicionales y sus apéndices, que agonizan en sus lechos.