La pastelería y el mundo de los dulces sabores han sido los ingredientes especiales con los que Fátima Meléndez, chef pastelera, preparó su emprendimiento, transformándolo de sueño de pareja a toda una realidad que tiene como toque especial el apoyo de toda su familia, algo que le da un estilo único a «LaFá» Cake Boutique.
Fátima descubrió su pasión por la cocina y la pastelería desde su niñez. Por ello, decidió estudiar en la Academia Centroamericana de Gastronomía (Acega) de El Salvador. Sin embargo, su sueño de estudiar pastelería tuvo que verse frenado un momento ya que la institución no tenía cupos hábiles para esa disciplina, por lo que Fátima optó por prepararse para la cocina.
Nace una pareja y un sueño
En la etapa en la que se acercaba a la finalización de su preparación académica, Fátima conoció a su mejor socio, el hombre que sería su esposo. «En el examen final de mi escuela conocí al que ahora es mi esposo y mientras estuvimos de novios siempre soñamos con poner un emprendimiento», relata.
No obstante, el emprendimiento que planeaban como pareja era muy diferente a lo que han alcanzado hasta ahora. «Al principio, pensábamos en emprendimientos, pero nada de cocina. Luego, incluso, llegamos a considerar poner un foodtruck, pero nada nos entusiasmaba tanto. Así fue como dejamos los planes parados por un momento», comenta.
Fue en ese momento en el que pusieron pausa a su sueño, cuando la oportunidad llegó. «Un día, una amiga de mi esposo nos pidió un pastel para sus suegros, que estaban cumpliendo aniversario. Empecé haciendo ese pastelito y a las personas que lo probaron les gustó, así que comenzaron a preguntar quién los hacía y, poco a poco, comenzaron a hacerme pedidos», cuenta la joven emprendedora.
El inicio de la aventura
Toda esa espiral de pedidos le dio la pauta a Fátima y a su esposo de que su hora de emprender había llegado y que la pastelería sería el campo en el que podrían desempeñarse de forma excepcional. «En mayo de 2016, con mi esposo, decidimos sacar nuestra página de Facebook porque ya teníamos varios pedidos y queríamos aprovechar que ese mes es el Día de las Madres», explica.
«Sacamos primero nuestra página en Facebook y luego nuestra página en Instagram. Así poco a poco se fue corriendo la voz. Al año de abrir la página, mi esposo y yo tomamos la decisión de que me tenía que salir de mi trabajo porque ya no me quedaba tiempo para mantener las dos cosas. Cada semana tenía más pedidos y más pedidos gracias a Dios», relata.
Fue así como se dio el origen de «LaFá» Cake Boutique, una pequeña empresa que nació del corazón de Fátima y su pareja y, ahora, se ha extendido hacia toda su familia y personas que han contratado ante la demanda y aceptación que han tenido en estos años, convirtiéndolos en un equipo familiar altamente eficiente en la elaboración de pasteles.
Un equipo familiar
«Al principio solo éramos mi mamá y yo en producción y mi esposo hacía las ventas y veía redes sociales. Luego, contratamos a alguien más y ahora ya somos seis personas: tres decoradores, mi mamá que sigue de hornera, mi esposo que sigue en redes sociales, mi papá que nos hace los domicilios y otra chica que nos ayuda en las redes sociales. Así he ido creciendo y diferentes cosas que nos han ido ayudando», expresa.
Para Fátima, emprender no ha sido fácil y, ahora, con un éxito ya encaminado y luchando por mantenerlo e incrementarlo, la joven pastelera hace un balance a consciencia, señalando lo complicado que puede resultar iniciar un emprendimiento en El Salvador y lo mucho que demanda de quienes se adentran en esta aventura.
«Cuando uno decide poner un emprendimiento no sabe todo lo que conlleva. Al principio son las emociones y las necesidades las que nos impulsan. Pero, detrás de todo este sueño, hay mucho aprendizaje que se debe tener, no solo en el área, sino en otras cosas. Yo me tuve que especializar en conocimientos financieros, de marketing y de otras cosas», relató.
Pasión: algo que nunca debe perderse
Finalmente, Fátima remarca que, ahora, como un equipo de trabajo ya conformado y consolidado, buscan mantener viva la pasión por la pastelería, la misma que le dio vida a su empresa y que se ha convertido en el alma de unos pasteles que siguen endulzando los paladares de cientos de salvadoreños.
«Mi esposo y a mí siempre nos ha impulsado el hecho de querer compartir esto con la mayor gente posible, de que la gente que sea parte de nuestro equipo tenga la misma pasión por la pastelería que nosotros tenemos», señala.