¿Será que en un futuro las universidades van a desaparecer?
La mayoría de las universidades están descalzadas de la realidad porque no generan conocimiento, solo toman el conocimiento de otros. Hay un movimiento enorme de ofertas de educación en línea que marcha a pasos agigantados en múltiples plataformas que han hecho que las universidades se salgan de su torre de marfil, creando el nuevo paradigma de cómo aprender. La universidad como institución educa para un mundo más estático, las ofertas en línea responden a un mundo más dinámico. La educación universitaria, que era para pocos, se ha masificado con las propuestas de cursos y certificaciones con las universidades virtuales. Estamos en la era de la innovación de la creatividad, del autoconocimiento, la era de las comunidades «makers», de un Silicon Valley que han cambiado la manera de pensar y ver el mundo. ¿Podrán las universidades asumir esos retos y desafíos que les propone la revolución tecnológica, que está cambiando de forma disruptiva los paradigmas tradicionales de cómo hacemos educación, o estamos ante el funeral de las universidades, especialmente de aquellas que no se adapten a los nuevos tiempos?
Las primeras universidades pasaron de ser aquellas estructuras monásticas que formaban al clero y a la aristocracia de la época a ser después factores de progreso social y económico. La Universidad de Harvard, que fue fundada en 1639, se convirtió en el primer centro de investigación moderno que incluyó los cursos colectivos, la Universidad de Berlín, que hoy se conoce como Universidad Humboldt, y otras más marcaron época y procuraban responder a las características de una nueva sociedad, pero conforme iban evolucionando las revoluciones industriales también las universidades promovían cambios para adaptarse y sobrevivir a esas nuevas realidades.
¿Cuánto ha cambiado la universidad desde su aparecimiento allá por el siglo XII en la ciudad de Bolonia hasta la fecha? La verdad es que no ha cambiado mucho, todavía estamos haciendo lo mismo. En los años ochenta, Peter Drucker ya decía que la tecnología iba a volver obsoletas a las universidades, la revista «Economist», en uno de sus artículos, decía que las universidades, si querían sobrevivir, tenían que reinventarse. Por muchas razones como estas deben dejar de ser lo que son hoy, ofertantes de conocimiento, y pasar a ser generadoras de conocimiento, convertirse en motores de innovación para el desarrollo científico, donde los estudiantes más que estudiar para exámenes o una titulación puedan adquirir y desarrollar habilidades y competencias para insertarse a un mercado laboral cambiante y dinámico, el cual es cada vez más exigente. Muchos premios nobel y científicos especializados tienen sus conferencias en internet y todos tenemos acceso a ese conocimiento de manera instantánea. Cuando un alumno asiste a una clase presencial puede estar mejor informado que el mismo profesor sobre el tema a desarrollar. Entonces, ¿dónde está el conocimiento? ¿Está en las aulas, está en los libros o está en un teléfono móvil? Entonces, ¿dónde se genera y se produce el conocimiento? Se genera en cualquier espacio, porque estamos en la sociedad del conocimiento.
Si las universidades solo se quedan en transmitir conocimientos, se desquebrajan, porque el conocimiento está en las redes, en un teléfono móvil; pero sí pueden ser un bróker del conocimiento y seguir teniendo la responsabilidad de certificar ese conocimiento, puede ser socializadora del conocimiento. El profesor no será un desarrollador de contenidos y temas, pero sí un socializador y un intercambiador de ese conocimiento y competencias. Esto es lo que significaría un verdadero acto de la universidad del futuro.