Este 15 de septiembre es diferente: los salvadoreños llegamos a una conmemoración que es por primera vez una celebración en materia de seguridad pública, ya que el trabajo articulado y en unidad del Gabinete de Seguridad Ampliado en El Salvador ha sido eficiente y efectivo, y ha permitido que el poder criminal de las pandillas se vea minimizado y que por primera vez en tres décadas no tengan la capacidad de adaptarse y sobreponerse.
La Policía Nacional, con el apoyo de la Fuerza Armada, ha logrado la captura de más de 52,600 delincuentes; entre ellos, cabecillas, palabreros, prestanombres, miembros activos dedicados al sicariato como oficio, colaboradores; y la Fiscalía General de la República ha logrado que al menos el 90 % de esa cantidad pase a instrucción formal con detención provisional para que se encuentre bajo control judicial. La diferencia se encuentra siempre dentro del término para presentar los requerimientos en los tribunales.
Las pandillas criminales mantuvieron a la sociedad salvadoreña bajo terror, temor, aprovechándose de la cultura de la muerte. Siempre su negocio principal ha sido maximizar sus ganancias por medio de la sangre de los salvadoreños.
No éramos libres de ir a las playas de nuestro litoral, a montañas, lagos, ríos, pozas, cascadas, sitios arqueológicos y otros lugares turísticos, ya que se encontraban en el perímetro para cobrar paso de peaje, extorsión a los pequeños comerciantes o, en su lógica absurda, no dejaban ingresar a alguien porque era su territorio, o por vivir en una zona de la pandilla contraria. No era posible la libertad de decidir dónde divertirse.
Tampoco había libertad para visitar a los familiares y amigos en comunidades, colonias, cantones, caseríos, barrios, porque allí estaban los denominados postes, quienes alertaban a sus compañeros criminales para que se activaran los controles y, por supuesto, cobros de peaje, y aun pagando no se tenía garantía de seguridad y de que la vida no se encontrara en riesgo. No era posible la libertad de compartir y visitar a seres amados.
Y qué decir de establecer un negocio, un emprendimiento, un sueño de la familia en la comunidad, en la ciudad donde vive: era imposible. Allí estaban las pandillas criminales para cobrar la extorsión única o periódica, y cuando el negocio estaba prosperando o era rentable expulsaban de esa comunidad a toda la familia, se quedaban con la casa y con el negocio familiar, eran desplazados forzadamente. No era posible la libertad de trabajar y llevar el sustento a la familia sin amenazas o pago de tributos a la pandilla.
Este año nos presentamos al 15 de septiembre completamente diferentes como sociedad. La población más afectada, la que más sufrió con las pandillas criminales y su terror, ahora puede descansar, ha dejado de pagar extorsiones, ha comenzado a regresar a las casas de las cuales fue desalojada, disfruta de una vivienda segura; ahora conoce lugares turísticos que por décadas estuvieron restringidos, puede divertirse en familia en varias opciones, ha comenzado a emprender negocios, sus viviendas en abandono comienzan a recuperar plusvalía, hay libertad para denunciar a los pandilleros. Las familias podrán disfrutar del desfile en verdadera libertad.
Salvadoreños, disfrutemos de esta celebración en libertad y demostremos que tenemos la libertad que siempre hemos anhelado para educarnos, para trabajar, para divertirnos, para hacer turismo de día y de noche, para sostener esta hoja de ruta, para cumplir nuestras metas y sueños en nuestro país, que moriremos ancianos y llenos de vida, y que abrazamos la vida. Gracias a Dios no moriremos sin vernos liberados de las pandillas criminales.