La cápsula Osiris-Rex de la NASA atravesó ayer la atmósfera de la Tierra a unas 15 veces la velocidad de la bala de un rifle.
A esa velocidad se convirtió en una bola de fuego en el cielo, pero un escudo contra el calor y un paracaídas frenaron el descenso, convirtiéndolo en un suave aterrizaje en el desierto de Utah, en Estados Unidos. La cápsula trae polvo y fragmentos recolectados del asteroide Bennu, una roca espacial del tamaño de una montaña que puede dar información clave para responder a una de las preguntas más profundas para los humanos: ¿de dónde venimos?
«Cuando tengamos los 250 g del asteroide Bennu estaremos viendo material que existía antes de que existiera nuestro planeta, incluso algunos granos podrían ser más viejos que nuestro sistema solar», dice el profesor Dante Lauretta, investigador principal de la misión.
«Estamos tratando de rastrear nuestros inicios. ¿Cómo se formó la Tierra y por qué es un lugar habitable? ¿De dónde viene toda el agua de nuestros océanos? ¿De dónde viene todo el aire que existe en nuestra atmósfera? Y de manera más importante, ¿cuál es la fuente de todas las moléculas orgánicas que componen la vida en la Tierra?», añade.
La creencia que prevalece es que muchos de los componentes claves para la vida llegaron a nuestro planeta durante una época muy temprana de la historia de la Tierra en una lluvia de meteoritos, muchos de ellos parecidos a Bennu.
La travesía para conseguir los fragmentos de Bennu comenzó en 2016, cuando la NASA lanzó la nave OsirisRex. Le tomó dos años en llegar al cuerpo rocoso y otros dos años más para cartografiarlo, antes de que el equipo pudiera identificar un lugar en la superficie de la piedra espacial en el que recoger las muestras.