En estos días, los opositores del Gobierno han dado vida a los agentes secretos 007. Y han corrido la voz de que están siendo sujetos de espionaje y persecución por parte de ellos.
Es decir, los nuevos James Bond son del Gobierno y persiguen a todos los que no están de acuerdo con él.
El desfile de personajes que dicen que Apple les avisó que «están siendo espiados» es colorido y surtido. Primero, ocupan un medio digital, al cual solo ellos consideran «independiente y veraz», para hacer pública su estrategia calaverada.
Segundo, en un orden establecido, se van sumando a la denuncia todo tipo de actores de diferentes sectores.
Por cierto, a los empleados de ese medio digital, que dicen hacer periodismo «incómodo» con fuentes «protegidas o anónimas», los secundó en su afán uno de la familia que los financia.
Y, así, como era obvio en estrategia básica, se fueron sumando cabezas de ONG, los de ARENA, de «El Diario de Hoy», de «La Prensa Gráfica», la APES —que, por cierto, su presidente sufre de persecución y paranoia desde que estaba en otro sitio digital de iguales mañas—, y otros que se consideran influyentes en las cosas serias de país.
Los motivos de este «surtido de actores» son diferentes.
Unos, serviles desde sus trincheras políticas, luchan a toda costa por regresarle el poder a los que siempre actuaron en las penumbras para saquear a toda una nación y hacer florecer sus finanzas, con la triste esperanza de recoger las migajas de los avaros; otros, buscan asilo en otro países autodenominándose víctimas, entre ellos plumíferos que ya no encuentran qué hacer ante la caída estrepitosa de la credibilidad y circulación de los medios «informativos» a los que le servían; y otros, buscan ser sujetos de financiamiento extranjero, entre ellos, estos medios digitales, y se suben a cualquier absurdo o ridiculez.
Los espías 007 son simplemente otra invención de todos los que conforman la oposición, de los del 3 %, en su desenfrenada desesperación por recuperar el sistema político, judicial y económico corrupto que mantuvieron por más de 30 años con el que estafaron al pueblo salvadoreño.
El delirio creciente de esta gente probablemente está provocado por lo que ellos hicieron en el pasado, de lo que fueron capaces de hacer en seis gobiernos de hermanamiento ARENA-FMLN.
La historia nos detalla como areneros y efemelenistas utilizaron el Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) para mantener programas de espionaje en contra de sus adversarios.
Los personajes nefastos al frente de este organismo, en ambos bandos, son de señas conocidas y no escatimaban esfuerzos para perseguir a los que consideraban «enemigos» de sus perversos intereses. La OIE fue puesta al servicio de los poderes fácticos.
No bastándoles eso, montaron centros de escuchas ilegales para intervenir todo tipo de llamadas y, así, continuar con la consecución de sus objetivos. Solo la Fiscalía, por ley, está autorizada a contar con un centro de escuchas.
Y hasta eso usaron para sus beneficios, por eso ARENA y el FMLN se ponían de acuerdo con el nombramiento de la persona que dirigiría la institución.
La cantaleta de que «eran espiados» es vieja: magistrados, políticos y periodistas —entre ellos, los mismos que ahora se creen importantes o «influencers»— dijeron lo mismo que hoy espetan. La ecuación creada por el 3 % es fácil de resolver: buscan salvarse de todos los delitos que han cometido y que están saliendo a luz: corrupción, ONG fachadas, financiamiento ilegal, negociaciones con grupos criminales, difamaciones, y la lista es larga.
Temen enfrentar la justicia, y por eso crean cuentos y buscan protección internacional a sus fechorías. Lo lastimero es que siempre hay alguna organización que les cree. El Gobierno del presidente Nayib Bukele está enfocado en trabajar por los salvadoreños, por todos.
Su labor es en dos vías: hacer todo lo que no hicieron los políticos corruptos en beneficio de la población —que es un gran desafío porque dejaron una gran deuda en todos los ámbitos— y llevar al país hacia el desarrollo, hacia un futuro mejor.
No hay tiempo para los James Bond.
Por cierto, James Bond es un personaje de ficción creado por un periodista y novelista.
Estoy seguro de que más historietas como la de los 007 están en camino, porque hay esquizofrenia.
Solo que los salvadoreños ya no les creemos.