Que nadie se equivoque, el crimen no paga. Es un error estar pensando que ponerse del lado del crimen podría traer algún beneficio. Y es que a más de alguno se le podría ocurrir eso al ver cómo una diputada fue reelecta luego de optar por ese camino y usar como bandera la defensa de personas que por años desangraron a nuestro pueblo. Al igual que ella, conservaron su curul otros opositores que comparten esa forma reprochable y poco ética con la cual han podido aferrarse al poder. Debe quedar claro que cualquier logro obtenido de esta manera no es honesto, como tampoco puede ser motivo de orgullo o de festejo.
No cabe duda de que en estas elecciones las pandillas todavía pudieron mostrar cierta capacidad, aunque mínima, de incidir en la política nacional. Eso denota el poder que en el pasado habían acumulado esas estructuras delincuenciales, al punto que aun hoy en día les alcanzó para mover un número de votantes que, aunque pocos (comparados con los obtenidos por el oficialismo), fueron suficientes para dar tres escaños a quienes han jurado ser sus fieles defensores. Pero es como suele decir el amigo Geovany Galeas: «Estos todavía son lodos de aquellos polvos», pues son resabios del actuar de aquellos gobiernos corruptos y cuasicriminales que, lejos de combatir a los delincuentes, entablaron con ellos oscuros contubernios.
La oposición hizo una operación de matemática simple y se dio cuenta de que era factible capitalizar los votos de quienes buscan la manera de mostrar su descontento por algún privilegio perdido, así como también de la familia de aquellos que ha sido detenidos en el marco del régimen de excepción. Esas cuentas las hizo ante cámaras y sin ningún pudor alguien que hasta hace poco era el máximo dirigente del FMLN y quien, por lo visto, todavía conserva cierto poder. Aunque, a decir verdad, esta vez al partido de izquierda no le fue tan bien electoralmente, pero es porque trae a sus espaldas otros lastres de los que no se puede desprender. Entre estos está el haber traicionado sus propios principios, algo que nadie quiso perdonar, ni siquiera aquellos delincuentes de los que un día se sirvió para llegar al poder a cambio de dinero y otras prebendas.
No niego que algunos de los votos que estos recibieron fueron aportados por gente honesta que todavía cree en ellos, pero igual es innegable que la mayoría proviene de esos a quienes convencieron a punta de promesas que no podrán cumplir, pues los esfuerzos emprendidos en pro de pacificar el país son irreversibles, de modo que nada que haya prometido la oposición a cambio de votos se cumplirá, así haya ofrecido derrumbar los muros del Cecot y liberar a todos los allí retenidos.