El histórico discurso del presidente Nayib Bukele pronunciado en la Conferencia de Acción Política Conservadora, CPAC 2024, en National Harbor, en Oxon Hill, Maryland, el 22 de febrero de 2024, dentro de la Conferencia de Acción Política Conservadora, realizada en Washington DC del 21 al 24 de febrero de 2024, tiene varios enfoques que lo vuelven trascendental, no solo por tratarse de la participación de un líder latinoamericano en un foro que trascendió mundialmente, sino porque plantea una serie de considerandos que están a la orden del día en la agenda mundial.
El brillante discurso del estadista salvadoreño hizo sonar las alarmas en los principales medios de comunicación del planeta, pues este personaje político disruptivo de El Salvador de repente se convirtió en referente mundial en todos los programas de política internacional, de las redes sociales y los medios tradicionales. Sobre todo, en cuanto a la tipificación del sistema-mundo, en cuanto a las novedosas políticas de seguridad ciudadana, en cuanto a la descripción de las fuerzas hegemónicas en disputa por la supremacía mundial y en cuanto al curso que pueda tomar el voto latino en las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos.
Respecto a la política monetaria estadounidense, Bukele señaló que el modo de financiarse de EE. UU. es una «burbuja que tarde o temprano estallará», afirmando que el «problema real» de la economía estadounidense no son los altos impuestos sino la emisión monetaria ilimitada que se crea «de la nada» y sirve para financiar al gobierno. «El Gobierno se financia con bonos emitidos por el Departamento del Tesoro. Con papel. ¿Y quién compra esos bonos? Principalmente la Reserva Federal (Fed)», explicó. «¿Y cómo compra los bonos la Reserva Federal? Imprime dinero. ¿Y qué respaldo tiene la Fed para el dinero que imprime? Pues los propios bonos del tesoro. Básicamente, el Gobierno se financia con dinero que imprime de la nada», agregó. «El Gobierno se financia con dinero que imprime. Un papel respaldado por otro papel. Es una burbuja que tarde o temprano estallará», aseveró. Profetizó un futuro sombrío: «Si la mayoría de los estadounidenses y el resto del mundo llegaran a tomar conciencia de esta farsa, se perdería toda la confianza en su moneda, el dólar caería y con él la civilización occidental», advirtió.
En otro orden de ideas su discurso fue un ataque a la yugular de los globalistas encabezados por George Soros, que ejercen su labor intervencionista a lo largo y ancho del planeta, autoproclamándose juez y parte, decidiendo donde está el bien y el mal, e instó al próximo líder de EE. UU. a enfrentarse a las «fuerzas oscuras» que están activas en los EE. UU. Al respecto, en países como Hungría, la fundación Soros fue expulsada, acusada de injerencia política en los asuntos internos del Estado, debido a sus confrontaciones directas con el gobierno a través de sus agentes locales. La Fundación Soros entregaba becas y fondos fáciles y bonancibles a jóvenes políticos y periodistas azuzándolos para actuar en contra de los intereses nacionales bajo el pretexto de la defensa de los derechos humanos.
En alusión directa a la injerencia de Soros y socios en El Salvador, las palabras del presidente sonaron a los cuatro vientos del planeta: «¿Quién eligió a Soros para dictar políticas públicas y leyes? ¿Por qué se siente con derecho a imponer esta agenda? Déjenme decirles algo, Soros y sus compinches chocaron contra un muro de ladrillos en El Salvador», remachó, refiriéndose a los lacayos de Soros en nuestro país.
Un discurso que no tiene desperdicio y que dará mucho que hablar por sus agudos análisis y diagnósticos.