Solo los que hemos ido al estadio para ver una final de fútbol de primera división de El Salvador con dos equipos grandes en la cancha, o un partido de la selección nacional mayor, sabemos las emociones que se viven. La adrenalina bombea más rápido por todo el cuerpo y, si se trata de tu equipo favorito, esas vibraciones en el corazón se multiplican. Pero también hay eventos en los que uno dice, en broma, que ni la mamá llega a ver a los jugadores. Pero en estos tiempos de pandemia prefiero eso que tener que ver estadios con público.
Se me vino a la mente este tema el miércoles pasado, durante el partido que disputaron Alianza y Atlético Marte en el estadio Cuscatlán. Resulta que publicamos un video en el Twitter de la sección deportiva de este periódico —que, por cierto, deberían seguir para estar de verdad informados—, en el cual se mostraba que la de ese partido será la peor taquilla de Alianza en todo el torneo, sin temor a equivocarme.
Es cierto que era miércoles, todo mundo trabaja, aunque ese no es el punto. Pero no faltó aquel aficionado de redes sociales que se le fue con todo a los hinchas blancos porque no estaban apoyando a su equipo desde las gradas. Pero luego pensé que era mejor. Yo no quiero volver a ver el estadio Sergio Torres, el Óscar Quiteño y el mismo Cusca-tlán con gente aglomerada, sin mascarilla, pasándose por allá las medidas de bioseguridad contra la COVID-19.
En enero pasado se terminó la restricción que solo permitía el 30 % de aficionados del aforo total en los estadios donde se juegan partidos de primera división, pero la realidad es que en un país como el nuestro, con aficionados apasionados por sus equipos, no pueden convivir en un escenario guardando lo mínimo para que este problema mundial no empeore en El Salvador.
En Centroamérica, solo El Salvador abrió las puertas de los estadios para reanudar las competencias. Entiendo que son realidades distintas, hablando en términos económicos. Pero aun así, como vecinos más cercanos, los hermanos chapines ahora la pasan mal con tantos casos positivos de esta enfermedad. No quiero ni imaginar cómo podría estar ese país si el fútbol se pudiera ir a ver a los estadios.
Esos dólares que se obtienen en cada taquilla son vitales para nuestros equipos, siempre lo han sido, pero tampoco se baila con una enfermedad que ya cobró más de 3 millones de vidas en todo el planeta. La invitación es para los directivos a que busquen alternativas para generar ingresos, que no salgan de sus hinchas, y poder así terminar bien este torneo.
Digo esto ahora porque la próxima semana se jugarán los cuartos de final y se antoja un Alianza vs. Águila por cómo están ahora en las tablas de sus respectivos grupos. Cuando se jugó el FAS-Alianza, tanto en Santa Ana como en San Salvador, o el Firpo-Alianza, nos acordamos de que hay un virus allá afuera. Era increíble la cantidad de gente en las gradas, pero no se puede ser tan inconsciente y solo pensar en la bolsa.
Si los equipos no toman ningún tipo de medida, cualquiera que sea el partido en los cuartos de final, piénselo bien si va a apoyar, sobre todo si no hay garantías de los organizadores. Su bienestar y el de su familia es más valioso.