En los últimos días organismos internacionales como Human Rights Watch y asociaciones salvadoreñas que han canalizado millones de dólares en fondos internacionales para «luchar» por el cumplimiento de los derechos humanos se han pronunciado por la captura de miles de pandilleros asesinos alegando violaciones; sin embargo, no hacen referencia a que este tipo de criminales forman parte de estructuras homicidas que han perpetrado las peores masacres en El Salvador y de esa manera le han arrebatado de manera violenta el más importante de todos los derechos que el ser humano tiene: la vida.
MAREROS CALCINAN A 17 PASAJEROS EN MICROBÚS
El 10 de junio de 2010, los salvadoreños se horrorizaron tras conocerse que mareros prendieron fuego a un microbús de la ruta 47 con todo y sus ocupantes cuando la unidad circulaba en la colonia Jardín en el municipio de Mejicanos. Las autoridades confirmaron la muerte de 17 ciudadanos que quedaron carbonizados y 15 más que resultaron gravemente lesionados, pues en su intento desesperado por escapar de la unidad en llamas fueron ametrallados por los terroristas.
Todos los años, familiares de las víctimas lamentan la forma en como sus parientes fueron masacrados por estos grupos sanguinarios que terminaron con la vida de personas inocentes que nada tuvieron que ver con la rivalidad entre estos grupos delincuenciales.
Las investigaciones concluyeron que el conductor fue obligado a llevar la unidad a una zona donde otros criminales esperaban para rociar combustible. La forma sanguinaria en cómo fue perpetrado el múltiple homicidio trascendió al ámbito internacional y le significó al país que nuevamente fuese considerado uno de los más peligrosos del mundo.
MASACRAN 11 TRABAJADORES EN SAN JUAN OPICO
Seis años después de la masacre en Mejicanos, las pandillas volvieron a ensañarse con la población honrada, pues el 3 de marzo de 2016, once personas fueron asesinadas con lujo de barbarie, ocho de las cuales eran empleados de una empresa distribuidora de energía que hacían perforaciones para instalar postes del tendido eléctrico en el caserío La Flor, cantón Agua Escondida, San Juan Opico, La Libertad.
En esa ocasión las autoridades policiales y fiscales revelaron que los cuerpos de las víctimas quedaron en escenas diferentes, pero en la misma zona. Tres de las víctimas eran campesinos que, aparentemente, fueron testigos de las primeras ejecuciones y por eso los pandilleros decidieron matarlos.
En la escena había casquillos de arma de fuego 9 milímetros y escopeta, las víctimas también tenían lesiones provocadas con arma blanca. La empresa energética se pronunció por medio de comunicado y externó su pesar por este repudiable ataque, al tiempo que exigió a estas estructuras criminales respeto al personal que realiza este tipo de trabajo, pues lo hacen para el desarrollo de las comunidades y garantizar que los servicios básicos lleguen a la población. Las investigaciones fiscales determinaron que las víctimas no tenían relación con las maras.
LUTO EN LA FAMILIA PIMENTEL
El 16 de enero de 2019, cinco integrantes de la familia Pimentel fueron privados de libertad y luego asesinados cuando regresaban de ver un partido de fútbol en Sonsonate; se dirigían a su lugar de residencia en Chalchuapa, departamento de Santa Ana. Sin embargo, el vehículo en que viajaban fue interceptado por mareros en calle Los Naranjos, cantón Arenal, municipio de Nahuizalco, Sonsonate.
Los cuerpos fueron encontrados 22 días después enterrados a dos metros de profundidad en una fosa clandestina. Ninguno de los integrantes de la familia Pimentel estaba relacionado con maras, dijeron las autoridades, y todos eran parientes del preparador físico del equipo Sonsonate F.C., Omar Pimentel.
Los salvadoreños y representantes de otras disciplinas deportivas repudiaron esta masacre, sobre todo, porque las víctimas eran ciudadanos de bien.
MASACRE EN CANTINA DE LA GARITA
El 11 de octubre de 2020, seis personas fueron asesinadas mientras departían en una cervecería en la 24ª. Avenida Norte cerca del mercado La Tiendona, al oriente de San Salvador. Cinco de los cuerpos quedaron dentro del establecimiento y el sexto afuera del establecimiento, aparentemente cuando intentó huir de los atacantes. Entre las víctimas había dos mecánicos, un panadero, el trabajador de una chatarrera y el encargado del negocio.
Las fuentes policiales informaron que sujetos armados llegaron en vehículo, ingresaron a la cervecería y dispararon a las víctimas sin darles oportunidad de defenderse.
En noviembre de ese mismo año, las autoridades dieron a conocer que pandilleros que delinquen en los alrededores de La Tiendona perpetraron el múltiple homicidio.
DE PANDILLAS A TERRORISTAS
En agosto de 2015, la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia emitió una resolución en la que catalogó como grupos terroristas a las pandillas, y a su vez, que toda persona que colabore con estos grupos criminales será considerada como terrorista. La Sala dejó claro que estas organizaciones criminales atentan de forma sistemática contra la vida, seguridad e integridad personal de la población, incluyendo, autoridades civiles, militares, policiales y penitenciarias.
Al cierre de ese mismo año, la violencia homicida que siempre ha caracterizado a las maras arrebató la vida a 6,656 salvadoreños. Esto provocó un daño colateral, pues niños se quedaron en la orfandad, así como padres y madres perdieron a manos de las pandillas.
La década en que el FMLN gobernó, el país pasó por uno de los periodos más oscuros de su historia, pues las pandillas se fortalecieron, se reorganizaron y se armaron desde la tregua que avaló el gobierno del prófugo Mauricio Funes [2009-2014], la cual fue respaldada por el entonces secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza. En esos 10 años las pandillas pasaron de 13,000 a más de 70,000 miembros.