Es evidente que el propósito estadounidense y europeo era el de instalar en la zona fronteriza entre Ucrania y Rusia un sistema de cohetes de largo alcance con capacidad para llegar a Moscú en unos cinco minutos, y esto transgredía la línea roja de lo que Rusia podía soportar.
Se inicia así una serie de momentos decisivos porque ni los acuerdos de Minsk fueron reconocidos o mínimamente aplicados ni por Ucrania ni por Occidente, ni las garantías de seguridad exigidos por Rusia fueron tomadas en cuenta. Ambas cosas fueron negociadas de manera precisa entre Moscú y Washington, y entre Moscú, la UE y la OTAN. Se trataba de que Ucrania no formara parte de la OTAN, que cesara la represión y la matanza de los pueblos del Donbás a manos de Ucrania, que cesara el proceso de armamentización occidental para Ucrania, que cesara la instalación de un sistema de cohetes en los territorios de Rumanía, Bulgaria, Polonia y los Estados bálticos, en fin, se trataba de establecer condiciones mínimas para la convivencia entre Rusia y Europa.
En este proceso, Europa Occidental se jugaba la posibilidad de tener una política independiente frente a Washington, de dejar la cola del imperio estadounidense y manejar su propia política frente al Oriente. Hay que saber que en las relaciones entre Europa Occidental y Rusia existe y funciona un intrincado juego de relaciones económicas de todo tipo, y en el caso de Alemania, sabido es que este país, considerado la locomotora económica de Europa, tiene un destino histórico de cara al Oriente. Sus relaciones con Rusia son las que apuntalan la posibilidad de lograr su independencia frente a Estados Unidos, tomando en cuenta que, en el tema del intercambio comercial, industrial y energético, Rusia significa para Alemania una ventajosa relación que en ninguna circunstancia puede obtenerla en sus vínculos con Washington.
En el caso del Nord Stream 2, que es el gasoducto que partiendo de Rusia se instala en el lecho del mar Báltico hasta la costa alemana, da a Alemania la distribución del gas ruso a Europa en condiciones más ventajosas que el gas estadounidense, que tiene que cruzar el Atlántico y venderse infinitamente más caro a la misma Europa.
En este escenario histórico, cuando la OTAN, Europa y Estados Unidos ignoran las exigencias rusas sobre su seguridad, cuando se continúa la masacre sobre los pueblos del Donbás, se prepara el ingreso de Ucrania a la OTAN y cuando se desata en el mundo la mayor hipocresía y cinismo del Occidente, la historia tiene todo preparado para que en el mundo se complete el proceso de establecer un nuevo juego y nuevas reglas de ese juego.
Se trata de establecer la nueva correlación en la que la alianza estratégica rusa-china determine las condiciones para el establecimiento de un mundo multipolar, que es de lo que se trata. Se sustituirá el mundo unipolar actual, controlado y abusado por Estados Unidos, con Europa a su cola, que dicta su voluntad, invade y bombardea a cualquier parte del mundo que resista sus políticas para imponer la supremacía del dólar. Ucrania, en este marco, es una simple pieza en el tablero imperialista, es el instrumento para amenazar a Rusia y ningún país de la OTAN, Estados Unidos incluido, va a levantar un dedo en defensa de Ucrania. Esta decisión, además de su fondo político sobre Ucrania, tiene que ver con la superioridad tecnológica militar que en estos momentos tiene Rusia sobre la OTAN, la cual resulta insuperable.
Además, las operaciones militares rusas en Ucrania no buscan ocupar el territorio, pero tiene dos objetivos precisos: la destrucción de la militarización de Ucrania, es decir, destruir las armas que la OTAN ha introducido en ese país y que amenazan a Rusia, y lo que Rusia llama la desnazificación, es decir, la destrucción de las fuerzas nazis que sustentan al actual Gobierno de Kiev.
Hasta ahora, los acontecimientos apuntan a un entendimiento entre Rusia y Ucrania en el filo de la guerra, y una vez comprobado que Ucrania es un simple instrumento.
Estos hechos, con toda su poderosa carga histórica, pueden desencadenar diferentes direcciones; por hoy, todo se orienta a una salida en la que Rusia obtenga condiciones de seguridad para su país, su pueblo y su desarrollo; y Ucrania recupere las condiciones de paz fuera de bloques militares agresivos, sin fuerzas fascistas en sus instrumentos de poder y con respeto a la autodeterminación de los pueblos del Donbás.
El gigantesco aparato ideológico del capitalismo occidental tradicional tiene condiciones para mentir, confundir y desfigurar la realidad. Es lo que siempre han hecho; pero, como suele ocurrir en la historia, los acontecimientos que marcan el paso y el pulso establecerán el rumbo definitivo. Por ahora, las operaciones militares se mantienen, hay una negociación en marcha entre Ucrania y Rusia, mientras la OTAN, Europa y EE. UU. construyen un horizonte de quejas, amenazas, sanciones y ladridos contra Rusia. La verdad, sin duda, se impondrá, tal como lo está haciendo.
San Salvador, 27 de febrero del 2022.