Después de seis meses de que el régimen de excepción dio las herramientas legales más contundentes a la Policía Nacional Civil, la Fuerza Armada, la Fiscalía General de la Republica y el Órgano Judicial en su guerra contra las pandillas, algunos de estos criminales se han abocado a las redes sociales para pedir un mejor trato de las autoridades porque quieren demostrar que quieren cambiar.
«No», respondió el presidente Nayib Bukele a un video de un pandillero con tatuajes hasta en el rostro. «Entréguense a la justicia y paguen la pena por los crímenes que cometieron. Esa es la única alternativa que tendrán. De lo contrario, enfréntense a las consecuencias», escribió el mandatario en Twitter.
Pocas horas después de eso, un grupo de criminales cometió un asesinato en Comasagua, municipio del departamento de La Libertad. De inmediato, el presidente Bukele ordenó un despliegue del Ejército y de la Sección Táctica Operativa (STO) de la PNC para cercar a la clica Witmer Locos Salvatruchos, de la MS-13, todavía activa. Cinco terroristas vinculados al homicidio fueron detenidos, y el Gobierno prepara la total erradicación de esta organización criminal en Comasagua.
Todavía es difícil de creer que haya salvadoreños que no estén de acuerdo con el combate frontal y directo de las pandillas, grupos de delincuentes que por décadas sembraron el terror no solo en Comasagua sino en todo el país, gracias a la indiferencia y la complicidad de las administraciones de ARENA y del FMLN, que incluso promovieron acuerdos despreciables con estos grupos.
Los pandilleros han demostrado en múltiples ocasiones que desprecian la vida de los ciudadanos honrados. Lo acaban de hacer en Comasagua, y con ello demuestran que, a pesar de las más de 55,000 capturas de pandilleros y colaboradores durante el régimen de excepción, todavía hay remanentes de las estructuras criminales que deben ser detenidos para garantizar, de una vez por todas, la seguridad y la tranquilidad de la población.
Los pandilleros que ayer fueron detenidos en Comasagua ya habían sido llevados a los tribunales, pero quedaron libres debido a un sistema de justicia que no protegía a las víctimas. Ahora, sin embargo, les esperan décadas en prisión para que paguen por sus crímenes. Este es el verdadero cambio, el verdadero rostro de la persecución de delincuentes y los esfuerzos del Estado para erradicar la impunidad. No hay vuelta al pasado. El pueblo salvadoreño está comprometido a continuar con las transformaciones.