Lobatera, en el estado Táchira, fronterizo con Colombia, cuenta con unos 50 yacimientos explotados por 22 cooperativas de entre ocho y 10 trabajadores. No ganan más de $120 mensuales. El carbón, usado principalmente para la generación de energía, se mueve al vecino estado Mérida o a Colombia a través de caminos irregulares.
«Estoy aquí por necesidad», dice Henry Alviárez, de 51 años, a la AFP. «Aquí hay muchos herreros, mecánicos, pero no podemos trabajar en eso» por una crisis económica sin precedentes que hundió a Venezuela en ocho años de recesión y cuatro de hiperinflación. Henry sale todos los días muy temprano a la mina Los Parra, a unos 45 minutos en moto de su casa. Dice que el trabajo es «desgastante» entre la falta de oxígeno en lo más profundo del túnel y las precarias condiciones.
Sus tres hijos emigraron. Uno está en Chile, otro en Colombia y el tercero en Ecuador. «Y menos mal que se fueron», asegura convencido que de quedarse, su futuro sería muy probablemente con él en la mina. Las minas de Lobatera, de las que dependen unas 500 familias, están enclavadas en una zona montañosa, con caminos de tierra por donde solo pueden circular camiones o motocicletas.
Hace mucho calor y las minas no cuentan con baños o un área para comer. El túnel muchas veces representa el único refugio para protegerse del inclemente sol.
«Es un trabajo bastante arriesgado, porque nos toca meter bastante madera en las minas para protegernos y encomendarnos mucho a Dios», sostiene José Alberto Trejo, 38, que ya trabajó en minas en Colombia, ante la falta de oportunidades. En promedio, cada minero en Los Parra puede llegar a extraer una tonelada diaria, pero no hay cifras confiables sobre la producción total en los 50 yacimientos.
Henry trabaja sin camisa, pico en mano y un casco con una linterna. Tiene todo el cuerpo manchado de negro. «El precio del carbón es bajo y con los años ha caído más, por lo que ahora toca trabajar más duro», explica por su parte Pablo José Vivas, 61 años.
Los mineros entregan su producción al director de la mina, que la vende a $50 la tonelada a camiones que la transporta. El trabajo se distribuye en tres etapas: está quien perfora con el pico el material granular, otro que hala la carretilla y quien luego vacía el carbón en la carreta para sacarlo al exterior.
Un hombre tiene carbón hasta las rodillas dentro de una de las muchas pilas que descansan fuera del túnel esperando que llegue el camión para transportarlas. El gobernador de Táchira, Freddy Bernal, chavista, impulsa inversiones extranjeras -rusas, chinas, indias, entre otros países- para Lobatera. Pero los mineros temen que lo rudimentario se va a acabar usen nueva tecnología que los deje en el pasado.