Cada 10 de septiembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, y cada año nos recuerda y propone una serie de medidas para actuar preventivamente, ya que el suicidio figura entre las 20 causas de defunción más importantes en todas las edades a escala mundial, en especial el segmento de personas entre 15 y 29 años, con un promedio de 3,000 personas cada día que toman esta fatídica decisión alrededor del mundo; esta cifra superan más de 1 millón de personas en un año. Según las estimaciones de la Red Mundial de Suicidología y otras asociaciones vinculadas con la salud mental, posterior a la pandemia por la COVID-19 las víctimas podrían sobrepasar 1.5 millones anuales en promedio.
De hecho, se producen en la actualidad más muertes por suicidio que por la suma de homicidios y guerras de todas las regiones del mundo. Por cada suicidio registrado las cifras de tentativa aumentan a escala mundial.
La COVID-19 está afectando desde hace varios meses la salud mental de la población, en especial los que se encuentran en el combate directo de la enfermedad, en particular todo el equipo multi e interdisciplinario de la salud, y también el personal policial, de las fuerzas armadas, cementerios, morgues, personal médico forense, voluntarios de cuerpos humanitarios, trabajo social, psicólogos y psiquiatras, entre otros, que estarán expuestos al estrés postraumático y al síndrome del quemado. Ya existen incrementos considerables de consultas por depresión, ansiedad, miedo, problemas de sueño, pánico, soledad, entre otros; si a estos factores agregamos la violencia y la inseguridad, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, el consumo excesivo de alcohol y drogas, así como la sensación de pérdida y desesperanza, puede incrementar el riesgo de suicidio y las consultas con los profesionales.
Los pensamientos suicidas son usualmente el resultado de sentir que no puedo hacerle frente a situaciones abrumadoras en la vida. Las circunstancias actuales causadas por la COVID-19 que incluyen poca o limitada interacción social son limitantes reales, pero podemos salir de nuestra zona cómoda y proponernos llamar por teléfono, mensajes de texto por redes sociales, correos electrónicos, de manera frecuente a nuestra familia, amigos, vecinos e interactuar para decirle a esa persona que estamos para servirle y apoyarla, que la están acompañando. Por lo anterior, como familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y sociedad en general debemos estar atentos a las señales y los signos de advertencia que nos pueden alertar sobre mi condición particular o la de otros para buscar ayuda, asistencia, redes de apoyo, tratamiento profesional para evitar el suicidio.
El Ministerio de Salud (Minsal) por medio de la Dirección de Políticas y Gestión de Salud y la Oficina de Salud Mental está desarrollando un gran esfuerzo, con el impulso de toda una transformación en la atención integral de la salud mental de la población, con un compromiso esencial para el desarrollo humano. Podemos recibir atención, acompañamiento y ayuda profesional telefónica gratuita las 24 horas, todos los días en la línea de atención del centro de llamadas del Ministerio de Salud al 131.
La prevención del suicidio es una responsabilidad de todos, no es necesario ser un profesional de la salud mental para mostrar amor y empatía por la persona más próxima que puede estar en riesgo. Apoyemos el esfuerzo del Ministerio de Salud, construyamos redes de apoyo y escucha activa desde nuestro rol en la sociedad, cada uno siendo parte del cuerpo, con trabajo, en unidad y equipo, trabajando en la familia, en las comunidades, en las iglesias, en el deporte, en los centros de trabajo, colegios, universidades, y más. Si quieres sumarte a la Red Mundial de Suicidología El Salvador y al proyecto Abraza la Vida, puedes contactarme: [email protected]. Serás una bendición al país y al mundo.