José Antonio Flores Paredes fue condenado a 10 años de cárcel por el delito de tráfico ilícito, de los cuales lleva cinco en prisión. Para reducir su pena participó en los talleres dentro del Centro de Detención Menor de La Esperanza. Ahora repara escuelas en el departamento de La Libertad junto con otros 200 privados de libertad en fase de confianza que son parte del Plan Cero Ocio, implementado en los centros penales.
El proyecto de Reparación y Mantenimiento de centros escolares inició la semana pasada tras la firma de un convenio entre la Dirección General de Centros Penales y el Ministerio de Educación. La meta es intervenir un centenar de centros educativos este año, de acuerdo con el director Osiris Luna Meza.
En esa ocasión, Flores Paredes llegó hasta el Centro Escolar Nuevo Lourdes, en el municipio de Colón y se dedicó a las labores de chapoda y limpieza general. El convicto asegura que desempeñar este trabajo le da satisfacción porque devuelve algo a la sociedad por el mal que propició. «Es muy bonito y nos llena de alegría venir con mis compañeros, ayudamos a la comunidad y están felices por el trabajo ejecutado», manifiesta.
«El presidente Nayib Bukele nos dijo que toda esa fuerza laboral que tenemos en los privados de libertad en fase de confianza se ponga en función de ayudar a la comunidad», menciona Luna Meza.
El funcionario asegura que con la puesta en marcha de este proyecto mejorarán las escuelas y dignificarán los espacios donde se educa la mayoría de los salvadoreños.
Luna explica que en la primera fase trabajarán en obras de albañilería, obras menores, pintura, fontanería y electricidad. «Vamos a convertirlas en escuelas dignas, donde puedan ir los niños a educarse. Serán verdaderos centros educativos, no como los que nos dejaron las administraciones anteriores», afirma.
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Luna agrega que, a parte de las reparaciones, también darán mantenimiento a las escuelas. Así, en un futuro se proyecta fabricar y reparar los pupitres de los centros educativos. El funcionario informó que por el momento ya tienen instalados dos grandes talleres en el penal de Mariona y otro en la granja de Santa Ana.
«Estamos acoplando el sistema penitenciario para suplir las necesidades de otras instituciones. Nos gustaría más adelante y después de tener a la gente capacitada poder elaborar los uniformes escolares y los zapatos. Todo eso va en progreso, pero estamos trabajando de manera fuerte y coordinada con Educación en la reparación de las escuelas», dice Luna.
ENSEÑAR OFICIOS Y TRABAJAR REDUCE COSTOS AL ESTADO
El jefe de Centros Penales asegura que poner a trabajar a los privados de libertad representa un ahorro para el Estado, y los reclusos ganan al reducir su condena, pues cada día de trabajo de un privado de libertad cuenta como dos en cuanto a la redención de la pena.
«Hoy, con esto, cuando un privado de libertad trabaja va a ayudar a otra institución, y no solo ahorramos recurso al poner la mano de obra, que equivale a un 30 o 40 % cuando son obras de construcción, sino que ahorramos a la institución de Penales que ese interno que salió a trabajar su jornada se le cuenta y se le aplica el 2×1», explica Luna.
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De esa ganancia está bien consciente Cristian Argueta, quien purga una condena de 14 años por violación en menor e incapaz, y para redimir su pena pinta el Centro Escolar Walter Thilo Deininger en Antiguo Cuscatlán. Asegura que trabajar en una escuela le da satisfacción, porque pone en práctica lo aprendido en Penales y ayuda a la comunidad.
«Los alumnos van a estar en mejores condiciones, y yo, gracias a Dios, ya tengo un beneficio. Me gusta que nos tomen en cuenta a los privados de libertad y reducir la pena que se nos ha impuesto», expresa.
De acuerdo con las autoridades penitenciarias, cada reo le cuesta al sistema $2.70 en concepto de comida de los tres tiempos. El monto asciende a $5.79 cuando se le suman el gasto de administración, personal penitenciario, agentes, entre otros recursos.
Reos fabrican juguetes lúdicos para Plan Primera Infancia
A parte de reparar escuelas, los privados de libertad también fabrican juguetes lúdicos para el Plan Primera Infancia, que busca potenciar el desarrollo preescolar, entre los cero y siete años, para facilitar su inserción, la enseñanza y el aprendizaje en el resto de la formación educativa.
«El mensaje de un privado de libertad cuando la gente lo ve trabajando es muy fuerte, y lo sabemos; por eso es que tenemos 4,500 privados de libertad listos para trabajar, de esos salen 2,000 cada día», concluye el director.
René Morales fue condenado a 20 años de cárcel y es panadero desde 2013
René Ernesto Morales recién cumplió 10 de los 20 años a los que fue condenado por extorsión. Desde hace siete años se dedica a la panadería dentro del reclusorio. En los últimos días, la producción se ha incrementado, pues la administración del centro penal de Apanteos, Santa Ana, disminuyó la compra de pan a los proveedores, y Morales junto con otros privados de libertad elaboran el producto que se sirve a los 4,315 reos del penal.
Morales manifiesta que saber que con su trabajo alimenta a los otros presos le da satisfacción y le genera un ahorro al Estado. El privado espera al salir de prisión montar su mediana empresa con todos los conocimientos adquiridos. «Para mí es algo que me motiva a venir a aprender algo nuevo cada día, y en esta área podemos optar a una reducción de la condena, tratamos la manera de salir adelante. Queremos demostrar que podemos sacar algo bueno de lo que hemos cometido», asegura.
En el penal de Apanteos fabrican más de 2,500 galones de alcohol en gel por mes
Adilson Antonio García Esteban paga ocho años por el delito de robo agravado. Cuenta que nunca pensó que los conocimientos básicos de química que aprendió con su tío le servirían estando recluido en un penal. Él con sus compañeros son los encargados de elaborar más de 2,500 galones mensuales de alcohol en gel, distribuido en todos los centros penitenciarios del país, también es usado por la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada.
«Me satisface producir todo esto y lo hacemos con el mejor empeño. Sabemos que en esta época de coronavirus sirve allá afuera», dice Adilson al momento que junto con su compañero elabora el alcohol en gel. Adilson también fabrica jabón líquido, desinfectante, gelatina para el cabello, crema antihongos, lociones, mentol, gel limpia llantas, citronela, repelente para insectos, champú para vehículos, entre otros productos que se distribuyen en las demás cárceles.