El presidente de la república, Nayib Bukele, juramentó el viernes por la tarde a Gustavo Villatoro como ministro de Justicia y Seguridad, con el propósito de fortalecer el proceso de investigación de los homicidios y de las desapariciones para reducir la tasa de impunidad.
Con la implementación del Plan Control Territorial, se ha logrado una baja considerable e histórica de la criminalidad, principalmente en los delitos de alto impacto, como lo son los homicidios, las extorsiones y las personas desaparecidas.
El exministro de Justicia y Seguridad Rogelio Rivas condujo el andamiaje de seguridad pública de forma eficiente con respecto a reducir el indicador de violencia homicida en nuestro país. Ahora, el Plan Control Territorial entrará a una nueva fase y se enfocará específicamente en una profundización de sus políticas criminales, y para ello ha sido necesario el nuevo nombramiento.
El presidente Nayib Bukele mencionó, cuando nombró al nuevo ministro, que uno de los grandes objetivos del Gabinete de Seguridad no solo es reducir la violencia, sino también la tasa de impunidad en todos los delitos. «Gustavo Villatoro tiene la visión de la seguridad pública, obviamente no como la tiene la Policía o como la tiene la Fuerza Armada, que son los pilares fundamentales de toda esta estrategia, sino como investigamos el delito, o como me lo dijo él en palabras textuales: como agarramos al malo. Esa nueva visión creo que es importante que se la impregnemos al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública», señaló el mandatario.
El nuevo ministro se desempeñó hasta el pasado viernes como el titular de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF). Antes de eso estuvo a cargo de la Dirección General de Aduanas. El ministro Villatoro mencionó que enfrenta un nuevo reto de seguir haciendo lo bueno y trabajar por reducir los índices de impunidad en el país, sobre todo en los crímenes donde las víctimas son mujeres y niños.
Hay que destacar la enorme voluntad política que existe de parte del Gobierno en el combate a la criminalidad y no dar ningún espacio de una reacomodación de la operatividad delincuencial.
El trabajo sistematizado interinstitucional ha sido vital para los buenos logros obtenidos hasta la fecha, como haber recuperado el control en centros penales y un despliegue táctico-operativo y policial-militar en zonas focalizadas que fueron seleccionadas por medio de perfiles geográficos del crimen.
Han permitido a las autoridades la recuperación de zonas que en el pasado eran controladas por las pandillas, donde era su terreno fértil de operatividad criminal. Con ello queda la apertura de las fases de prevención social de la violencia que vienen a edificar los cimientos de un arquetipo de seguridad ciudadana.
Este modelo brindará mayor sostenibilidad a las políticas de prevención; el proyecto CUBO vendrá a brindar oportunidades a jóvenes en situación de vulnerabilidad y abandono. Jamás en la historia de nuestro país se había hecho una inversión de esta envergadura en prevención social del delito.
En el Gobierno actual esto es fundamental, y con ello indudablemente tendremos un fortalecimiento y una cohesión de nuestra sociedad, la cual ha estado escindida durante décadas por el abandono de las administraciones pasadas.