Los partidos políticos surgen en torno de un movimiento para la transformación de la realidad, alrededor de un líder carismático, sobre la base de ideologías, y construyen propuestas políticas para implementar cuando lleguen al poder. La síntesis de todo esto (su ideología, sus propuestas, sus líderes) se plasma en una bandera.
De ese modo, vimos la transformación de la bandera de GANA, que de ser naranja y azul pasó a ser celeste y a poner una golondrina en el centro para recibir la candidatura de Nayib Bukele en 2019. Eso tiene lógica, pues la bandera original de GANA no reflejaba la talla de la candidatura. De esa forma, GANA obtuvo una cantidad de votos que jamás había recibido y que no se perfilaba que los iba a recibir en elecciones próximas. GANA respalda desde el Legislativo al presidente, pero a pesar de que no es su partido, conserva la bandera.
Nuevas Ideas lanzó una campaña para destacar su mayor activo político, el presidente Bukele, diciendo que el partido lleva al centro la «N» de Nayib.
Sin embargo, en las últimas semanas hemos visto cómo candidatos de ARENA y del FMLN han ido dejando, poco a poco, sus colores partidarios y aparecen con otros, en un intento por diferenciarse de otros candidatos de su mismo partido o sencillamente para romper esa síntesis que representa la bandera que los propone para cargos públicos.
Hay casos de candidatos que se promocionan como parte del Nuevo Frente, en lo que ya incluso parece un intento de copiar la estética de Nuevas Ideas, rompiendo con el FMLN pero solo en la campaña electoral.
Lo mismo sucede en ARENA con candidatos que ni siquiera ponen la bandera de su partido en su publicidad.
Parecen ser intentos desesperados de tratar de salvar candidaturas particulares de la inminente catástrofe en las urnas.
Lo ideal y honesto hubiera sido que corrieran como candidatos no partidarios, pero eso tenía la desventaja que el mismo sistema político dominado por ARENA-FMLN le impusieron a este tipo de participación ciudadana en las elecciones, con una gran cantidad de requisitos y bloqueos desde el TSE, organismo que dominan.
De modo que necesitan irremediablemente al partido político, su estructura, organización y financiamiento para cumplir con sus candidaturas. Y, por añadidura, necesitan la bandera, la misma que va a aparecer en las papeletas de votación el 28F, esa de la que se avergüenzan.