El presidente Nayib Bukele lanzó la convocatoria para sumar a 20,000 jóvenes a las filas de la Fuerza Armada no en un afán armamentista, sino para tener a más ciudadanos al servicio de la población. El trabajo de hombres y mujeres de verde olivo está a la vista y lejos de una visión militarista, con la que la oposición critica el proyecto.
Lo primero que se viene a la mente es el acompañamiento de militares en las tareas de seguridad pública apoyando a la Policía Nacional Civil (PNC). Los patrullajes ejecutados por soldados y policías han llevado tranquilidad a muchos barrios, colonias, cantones y caseríos. El inicio de la fase IV del Plan Control Territorial ha llevado al despliegue de las fuerzas de seguridad a zonas donde los pandilleros lograron asentarse y echar raíces, debido a los 30 años de mala administración, corrupción y pactos oscuros de los gobiernos de ARENA y del FMLN.
Comunidades enteras quedaron a merced de la delincuencia, mientras dirigentes de la alianza ARENA-FMLN se hacían millonarios con los contratos de seguridad privada, un aliciente para mantener la inseguridad y hacer negocio con ella.
Ha sido el Gobierno actual el que ha entrado a los territorios y llevado a policías y militares a recuperar estas zonas.
Pero los militares también tienen un papel fundamental en la atención de emergencias y desastres naturales, como incendios, inundaciones, terremotos, entre otros. Esta misma semana, el ministro de la Defensa, René Merino Monroy, lideró un equipo que rescató a cuatro pescadores que quedaron atrapados en un islote en el río Lempa, en el cantón Cuyuiscat, de Metapán. Un helicóptero llegó para ponerlos a salvo.
Además, los militares han participado en los operativos de protección de los 29 lotes que han llegado al país con 10.7 millones de vacunas, y de su cuidado en el Centro Nacional de Biológicos (Cenabi).
Ahora es la oportunidad para que hombres y mujeres, de entre 18 y 30 años, se alisten para servir a la patria. La invitación es para quienes aman a su país, que estén dispuestos a salvar las vidas de otros y que tengan un alto espíritu de servicio. Ellos formarán parte de las fuerzas que protegen la paz y la democracia, para garantizar la seguridad y la vida de los demás.
Más soldados significa que habrá una mayor garantía de que las pandillas queden arrinconadas y sin posibilidades de controlar colonias, barrios, cantones y caseríos, como lo permitieron los gobiernos que ahora critican los impresionantes logros en el descenso de los índices de homicidios y otros delitos.