El presidente Nayib Bukele fue electo con el 85 % de los votos el 4 de febrero porque ha sido el único gobernante de El Salvador que ha logrado estar a la altura de las expectativas de los ciudadanos. Su guerra contra las pandillas a través del Plan Control Territorial, que luego se complementó con el régimen de excepción, ha sido tan eficaz que ahora el país dejó de ser la capital de los homicidios para ser la nación
más segura del hemisferio occidental.
Por primera vez en la historia los salvadoreños se sienten seguros. La paz no es una palabra vacía que los políticos corruptos vendieron como un logro hace 32 años, sino que ahora tiene pleno significado y se convirtió en una realidad tangible.
Millares de familias salvadoreñas perdieron a sus seres queridos en manos de las pandillas en una masacre que duró décadas y que se cobró más vidas que el conflicto armado mismo. El Salvador llegó a tener más homicidios que países que formalmente
estaba en guerra.
Uno de los aspectos que fortalecieron a las pandillas fue la entrada en vigor de la Ley del Menor Infractor, aprobada por presión internacional, pues las estructuras criminales obligaban a niños y jóvenes a cometer delitos y luego los integraban en las estructuras.
Ahora también la presión internacional se expresa a través de las críticas contra el Gobierno. Se acusa al presidente Bukele de haber llevado al país a la tasa de encarcelamiento más alta del mundo. ¿Acaso no es eso una consecuencia lógica para convertir al país más violento del mundo en uno de los más seguros? ¿Cómo podría haberse desarticulado a las pandillas sin haber enviado a prisión a sus integrantes, culpables de los crímenes más atroces sufridos por la sociedad salvadoreña? ¿Es que deben seguir libres los asesinos, violadores, extorsionistas y traficantes de drogas y personas? ¿Cómo puede haber paz así?
El Salvador votó libremente para encontrar a un líder que verdaderamente implemente la solución de los problemas nacionales. Y eso es la democracia: elegir sin ninguna coacción a los gobernantes.
Y, en este caso, al presidente que logró cumplir con las expectativas de un pueblo y que continuará mejorando las condiciones de vida de los salvadoreños en los próximos años.
Y también, de forma libre y directa, volvió a elegir a una Asamblea Legislativa que trabajará de la mano con el presidente Bukele para implementar sus planes y proyectos