Todos sabemos que la persona más importante en nuestra vida somos nosotros mismos. Cada uno cuenta 100 % consigo mismo, pero quiero que respondan lo siguiente: ¿qué piensas de ti? Hay muchas personas que tienen una idea equivocada de sí mismas; por ejemplo, cuando escuchan un comentario positivo, piensan que están hablando de otra persona o piensan que las personas están exagerando, porque no consideran que sean tan buenos como para tener esa habilidad o característica. Existe una alteración en la percepción del autoconcepto.
Por otro lado, si les pido que respondan cómo se perciben, muchos consideran que son comunes, como todas las demás personas, que realmente no son sobresalientes en nada y que pueden pasar desapercibidos; nuevamente existe una alteración; en esa ocasión, en la autoimagen.
Una pregunta más para pensar: ¿cuáles son las características que te identifican? Aquí es donde puede existir una autoaceptación alterada, porque algunos harán una larga lista de defectos y debilidades, los que siempre se menosprecian por pensar en la incapacidad de ser como quisieran.
Todos necesitamos ser equilibrados y aceptar que tenemos fortalezas y debilidades, virtudes y defectos, pero, sobre todo, aceptarnos de la forma más auténtica posible; el exceso no es saludable ni en lo positivo. Se preguntarán el motivo de reflexionar en estas preguntas, y es que menospreciarse trae consecuencias. En esta ocasión, consideraremos específicamente los niveles emocional y relacional. Tanto en mujeres como en hombres he visto y escuchado que están con una persona porque es la única que los puede querer como son, porque les ha demostrado un poco de cariño; en otros casos, porque creen que no encontrarán a otra persona que quiera estar a su lado.
Cuando todo lo negativo que pensamos de nosotros —y que no tiene un sustento válido con la realidad— empieza a dominarnos, podemos iniciar relaciones que son dañinas emocionalmente y denominadas tóxicas. Ese menosprecio que algunas personas se tienen genera que otros se puedan aprovechar y agredir verbal, psicológica y, en ocasiones, hasta físicamente.
Cada uno deberíamos hacer un listado con 10 virtudes, habilidades o características positivas que tenemos; posteriormente, escribir otro listado con todo aquello que queremos desarrollar y ser. Con eso como base permitiremos que personas con características similares nos rodeen, ese tipo de personas que realmente queremos en nuestra vida.
Hay que ser muy cuidadosos con lo que nos decimos, debemos tratarnos con amabilidad, como dice una frase que mencionó la Madre Teresa de Calcuta: «Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son infinitos». Amarse, cuidarse y tener como prioridad la felicidad es sumamente importante, pero no depende de nadie. Únicamente nosotros decidimos el valor que les asignamos a las palabras o acciones de los demás. Las palabras y los comportamientos de las personas con nosotros tendrán importancia en la medida en que nosotros se la demos. Hay que aceptar las observaciones y reflexionarlas, hacer cambios o ajustes necesarios si eso nos hace mejores personas, pero, en caso contrario, debemos dejar pasar todo aquello que nos dañe.
Debemos creer en nosotros, en quienes somos y podemos llegar a ser. Hay que percibirse de una forma apropiada, equilibrada y con amor. Reconozcamos que tenemos muchas virtudes y también que hay muchas otras que podemos desarrollar.