Los humanos somos seres de costumbres. Muchos nos programamos para llevar a cabo actividades en horas y días establecidos, y somos animales con hábitos puntuales, muchos nos traen beneficios, pero otros no tanto y, por el contrario, repercuten de manera negativa en nuestra vida particular y en la colectividad.
En este punto debo aclarar que por colectividad me referiré a la comunidad de humanos junto a las comunidades naturales que nos rodean, esas que forman parte de los ecosistemas que propician la vida —plantas, animales, bacterias, nematodos, hongos— que se desarrollan en ambientes físicos determinados.
En el ámbito científico encontramos la clasificación de los tipos de ecosistemas tanto terrestres como dulceacuícolas y marinos, con subdivisiones de acuerdo con el sitio específico en el que se ubica dicho ecosistema; y en todos los humanos hemos intervenido y de forma negativa, pues hemos llevado al planeta a un punto de quiebre en el que los ecosistemas que mantienen el planeta funcionando ya no lo hacen de manera eficiente debido al deterioro que nuestras acciones provocan.
Muchas de las actividades y acciones que como humanos ejecutamos vienen amarradas a tradiciones, o sea, todas aquellas costumbres y manifestaciones que los miembros de una comunidad realizamos, pues tienen importancia y por ello deben ser transmitidas a las generaciones siguientes; tradiciones que proveen de una identidad propia, como parte de esa comunidad, así que se tornan en una manifestación cultural. Pero no todas las manifestaciones culturales, que forman parte de una tradición, son buenas para el planeta, pues vulneran, destruyen y matan a los seres vivos que habitan los ecosistemas y que son parte fundamental de los procesos de vida.
En nuestro El Salvador, contamos con varias tradiciones a lo largo del año y en su mayoría están amarradas a aspectos religiosos. Así tenemos, durante la Semana Santa, el Domingo de Ramos (en todo el país) y la procesión de los cristos, en Izalco, Sonsonate, donde las imágenes de Jesús son acompañadas con ramos de palmas elaborados con hojas e inflorescencias de varias especies de palmas que se encuentran en peligro o amenaza de extinción, como la palma corozo, de sombrero y el palmito.
Diciembre trae arraigada fuertemente la tradición de los nacimientos para evocar el nacimiento del Niño Jesús; así muchas familias elaboran hermosos pueblitos con casitas, calles, parques, iglesias, muñequitos que son parte del arreglo, pero también son usados los llamados «pellejos» y los «gallitos» para adornar y volver más atractivos dichos nacimientos. Los «pellejos» crecen, principalmente, en zonas húmedas y en climas frescos; son comunidades de seres vivos arrancadas de rocas, cortezas de árboles, y se eliminan de un tajo diversas formas de vida que tardaron años en formar ese ecosistema.
PERO ¿QUÉ SON REALMENTE LOS «PELLEJOS»?
Son comunidades de plantas terrestres, principalmente briofitas —musgos, hepáticas y antoceros— que brindan hábitat a los hongos, las bacterias, los insectos y otros seres vivos pequeños, a la vez que son áreas de crianza o germinación de semillas de diversas especies de árboles. En nuestro país, las briofitas han sido poco estudiadas. A la fecha se reportan 233 especies de musgos, hepáticas y antoceros, pero aún falta mucho por conocer y descubrir
Los «pellejos» son captadores y almacenadores de agua, reguladores de humedad ambiental, productores de oxígeno, almacenan y transfieren diversos minerales y forman parte de las cadenas tróficas, que transfieren energía a otros seres vivos.
También proporcionan protección a los suelos ya que evitan la erosión por lluvia y viento; son indicadores del cambio climático porque muchas especies crecen a determinadas alturas sobre el nivel del mar y la aparición o desaparición de las especies de dichas áreas indican un cambio en el microclima local y en el clima global terrestre.
Otro grupo de plantas muy utilizado en la elaboración de los nacimientos son las bromelias, comúnmente llamadas gallitos, que también son extraídas de áreas boscosas y usadas por unos pocos días para luego tirarlas a la basura. Muchas especies de gallitos y diversas especies de orquídeas son atractivas en esta época decembrina, pues están en floración y los colores son sumamente llamativos —rojos, naranjas, morados, azules— pero esta práctica causa disminución de ejemplares reproductivos y la eliminación de la posibilidad de reproducción y generación de nuevas plántulas.
Nuestra legislación ambiental contempla sanciones contra los depredadores ambientales, pero no siempre esta legislación se cumple; basta darse una vuelta por mercados y puestos de venta de artículos navideños para encontrar los «pellejos», las bromelias y las orquídeas que han sido sustraídos de sus áreas naturales.
En el listado oficial de especies silvestres amenazadas y en peligro de extinción (MARN 2015) se incluyen 11 especies de bromelias y 105 especies de orquídeas en estas categorías de conservación.
En consecuencia, por las razones antes expuestas es inadecuado y poco amigable con la conservación de los ecosistemas terrestres la tradición de comprar y colocar «pellejos», gallitos y orquídeas en los nacimientos; es completamente contradictorio celebrar el nacimiento del creador de la vida matando los seres vivos que se dice que fueron creados por él.
Estas tradiciones se deben modificar, actualizar y ser coherentes con el tiempo de crisis ambiental que vivimos. Debemos detener la depredación de los pocos ecosistemas naturales con que el país cuenta, celebrar al creador de vida no debe ser una excusa comercial.
Así, en esta época de diciembre, la tradición de elaborar los nacimientos puede continuar y ser transmitida a las nuevas generaciones, pero respetando y conservando el patrimonio natural del país. Los «pellejos», las bromelias y las orquídeas pueden ser sustituidos por aserrín, sembradíos de chía o chan, maíz, maicillo… solo se requiere imaginación y, a la vez, la determinación de contribuir a conservar nuestros ecosistemas terrestres.
En esta época navideña está en sus manos no comprar adornos naturales extraídos ilegalmente de áreas naturales.