Las nuevas autoridades que asumieron en los gobiernos municipales y en la nueva Asamblea Legislativa incorporan las reformas aprobadas por la anterior legislatura. De ese modo, de las 262 alcaldías pasamos a 44 y el Órgano Legislativo se redujo de 84 a 60 parlamentarios.
Estas reducciones y el agrupamiento de municipios permitirán una mayor eficiencia en el otorgamiento de servicios municipales, al tiempo que las alcaldías dejarán de ser utilizadas por los partidos políticos para darles salario a activistas que no trabajan por el bien público, sino solo estaban para extraer fondos como pago por su proselitismo electoral.
Ya en la Corte de Cuentas y en la Fiscalía General de la República se están recibiendo los primeros reportes de denuncias sobre el mal manejo de las anteriores administraciones, entre las que se destaca el uso arbitrario de los fondos públicos y su mal manejo, además de estructuras delincuenciales dedicadas a dispensar pago de impuestos, aumentar los períodos de arrendamientos sin pago oficial y ventas de nichos, como lo denunció el nuevo alcalde de San Miguel Centro, Álex Torres.
Lo mismo en La Paz Este, donde la alcaldesa Marcela Pineda denunció varios proyectos abandonados de los que no se tenía información dentro de las mismas oficinas y que reflejan un desvío de fondos.
A la par de la reforma para transformación del Estado, para hacer más eficiente el uso de los recursos públicos, los nuevos funcionarios comprometidos con el cambio y con el pueblo salvadoreño deben adoptar, como el presidente Nayib Bukele, la guerra contra la corrupción.
El Salvador solo puede avanzar en la medida que sus funcionarios estén realmente comprometidos con los ciudadanos, que trabajen como verdaderos servidores públicos y no busquen las posiciones para enriquecerse.
El pueblo salvadoreño estará expectante de los logros y de las acciones que tomen los nuevos alcaldes. Hay un sentido de urgencia para que problemas largamente evitados por las administraciones municipales pasadas sean resueltos.
Para ello, los equipos que acompañen a los nuevos funcionarios deben estar integrados por personas que sean capaces, honestas y comprometidas con el cambio impulsado por el presidente Bukele.
Además de trabajar para brindar servicios municipales tradicionales, los alcaldes deben coordinar esfuerzos con el Gobierno para garantizar el desarrollo de sus comunidades.
En el pasado vimos que los viejos y corruptos políticos utilizaban a las alcaldías como instrumentos para hacer negocios personales o sencillamente para saquearlas. Eso no solo ya se superó, sino que también debe ser denunciado y castigado.