Todos sabemos que el amor de una madre es una fuerza universal que trasciende culturas, idiomas y fronteras. Es un vínculo único y eterno que nos sostiene desde el momento en que venimos al mundo hasta que partimos. La belleza y la profundidad del amor de mamá moldea nuestras vidas y deja una marca indeleble en nuestros corazones.
Este mensaje es para todas las mamás del mundo, como un tributo a su amor y entrega; de manera especial a mi madre Teresa de González, a la que amo con todo mi corazón y a la que le debo tanto.
Abrazo también en estas líneas a todas las mujeres que de una u otra forma entregan su vida al servicio de los demás, porque «mamá» es sinónimo de fuerza, entrega, vida, amor, lucha, paz y alegría. También agradezco a todas esas mamás revolucionarias, creativas e increíbles seres humanos que marcan nuestra vida con un sello inimaginable.
Pero ¿cómo es el amor de mamá? Quiero comenzar diciendo que es sacrificio incondicional: el amor de una madre se manifiesta en su capacidad para sacrificar todo por el bienestar de sus hijos. Desde los primeros días de embarazo hasta el momento en que parten hacia el mundo, las madres dan sin esperar nada a cambio. Están dispuestas a renunciar a sus propios deseos, comodidades y sueños para asegurarse de que sus hijos tengan lo mejor. Este sacrificio incondicional es un testimonio del amor puro y desinteresado que solo una madre puede ofrecer.
Además, el amor de mamá es fuerza inspiradora: la fortaleza de una madre es una inspiración para todos nosotros. A través de los desafíos y las adversidades las madres demuestran una resistencia inquebrantable. Ya sea enfrentando la enfermedad, la pérdida o las dificultades económicas, su determinación y valentía son un faro de esperanza. Su capacidad para superar obstáculos y seguir adelante con gracia y dignidad nos enseña lecciones invaluables sobre perseverancia y resiliencia.
Cómo no mencionar también todas las veces en que mamá nos consuela: el amor de una madre es un refugio seguro en tiempos de necesidad. Cuando nos sentimos perdidos o desanimados su abrazo cálido y sus palabras de aliento nos reconfortan y nos dan fuerzas. Su presencia amorosa nos recuerda que nunca estamos solos y que siempre habrá alguien dispuesto a apoyarnos incondicionalmente. En los momentos oscuros el amor maternal brilla como una luz que guía nuestro camino.
Mamá como coach: las lecciones impartidas por una madre perduran toda la vida. Desde los primeros pasos hasta los momentos cruciales de la adultez las madres nos enseñan con amor y sabiduría. Nos transmiten valores como el respeto, la honestidad y la compasión, que nos acompañarán a lo largo de nuestra vida. Su influencia perdura mucho más allá de la infancia, moldeando nuestras decisiones y actitudes en el futuro.
El amor de una madre merece ser celebrado todos los días. A través de gestos pequeños y grandes podemos expresar nuestra gratitud y admiración por todo lo que hacen por nosotros. Ya sea con un «te amo» o con un gesto de ternura podemos honrar el amor incomparable de nuestras madres y recordarles lo importante que son en nuestras vidas. El amor de una madre es un regalo precioso que nunca debemos dar por sentado. Es una fuerza que nos impulsa, nos nutre y nos sostiene a lo largo de nuestra existencia. En cada sonrisa, cada sacrificio y cada abrazo, podemos encontrar la esencia misma del amor maternal.
Que siempre reconozcamos su valor y que nunca olvidemos el inmenso privilegio de ser amados por una madre.
Recuerda, no somos hijos perfectos, no tenemos madres perfectas, pero en medio de cualquier diferencia o adversidad que podamos estar viviendo estamos invitados a amar y a perdonar a esos ángeles llamados madres. Agradezcamos cada día al Creador por la mamá que nos concedió con sus virtudes y defectos, porque es la mejor para cada uno. Y si Dios llamó a tu mamá a la morada del cielo, agradece el amor, la vida y la ternura que te entregó, y honra su vida con tu vida, dando tu mejor versión a los demás.