Recuerdo que en agosto de 2015, el año más violento en la historia reciente, con días de hasta 50 homicidios, una tarde mi hijo de siete años, quien sabía que al día siguiente me iría a trabajar, me preguntó: «Papá, volverás temprano el día que salgas, ¿verdad? Con el corazón atado a una sensación que ningún ser humano que no sea un policía puede experimentar, le dije: «No te preocupes, volveré y te traeré algún juguete nuevo».
Una sonrisa inocente se dibujaba en su rostro, le daba un beso en la frente y me dirigía a la salida; cargaba mi arma antes de salir, le quitaba el seguro, me encomendaba a Dios y salía rumbo a mi trabajo. Muchos no tuvieron la suerte que yo tuve de contar esta historia y murieron víctimas de la delincuencia.
Desde la fundación de nuestra institución, hace 29 años, muchos compañeros y compañeras ofrendaron sus vidas, entregando el máximo sacrificio que un ser humano puede hacer de manera altruista, corriendo en dirección opuesta de donde la gente huía. Valientes policías corrieron hacia las balas, hacia el fuego, hacia las inundaciones, hacia las catástrofes, dejando atrás a sus familias para proteger a desconocidos. Así de heroico es el policía salvadoreño.
La voluntad de hierro que existe en los corazones de aquellos que recordamos con mucho orgullo y cariño, el legado de todos los héroes sin capa, todos los compañeros que se adelantaron en esta hermosa profesión, donde la vida humana y la justicia adquieren un significado que va más allá de la seguridad, se vuelven un dogma y una filosofía que busca la utopía de la paz, consagrando la fuerza de un pueblo que necesita seguridad y orden para avanzar.
Años después de esos oscuros días me encontré con la hija de uno de mis compañeros caídos. Ya había crecido mucho desde la última vez que la vi. Sabía que yo conocía a su padre cuando ella era tan solo una bebé. Me contó que su madre le explicó que su padre trascendió, pero que aún no entendía a qué se refería. Tomé su mano y, recordando a mi amigo y compañero, le dije: «Trascender es cuando das el salto más allá. Tu padre pasó de ser un hombre a convertirse en un héroe de leyenda, en un salvador para cientos y un ejemplo para miles. Trascender es dejar atrás la humanidad para convertirse en algo superior. Tu padre hoy nos cuida a todos».
En honor a todos los héroes caídos en el cumplimiento del deber y sus familias, y que gracias a su sacrificio anónimo miles de salvadoreños ahora viven un día más.