El año que hoy termina estuvo lleno de desafíos. La irrupción de la pandemia de COVID-19 fue, sin duda, el más grande de ellos, golpeando todas las áreas de la actividad humana. Desde el desplome de las economías nacionales, pasando por las tragedias familiares de perder a un pariente -o varios- por la enfermedad, hasta la adopción de nuevas costumbres y hábitos, pasando por los cambios en la educación, que necesariamente fue a distancia.
Sin duda, la tecnología fue un aliado para enfrentar la crisis y reactivar la economía. Vimos la importancia de la ciencia, el valor de los médicos, enfermeras y personal de seguridad para enfrentar la pandemia.
Nos admiramos de cómo la humanidad logró, en un plazo récord, encontrar vacunas contra el coronavirus, de las cuales varias ya se están aplicando a ciudadanos de varios países.
Sin embargo, en medio de la emergencia mundial también vimos cómo algunos sectores sacaron lo peor de sí mismos y que no solo no apoyaban los esfuerzos colectivos para enfrentar al virus, sino que trabajaban para boicotear el buen trabajo.
El Salvador ha recibido reconocimiento internacional por su manejo de la pandemia, por la forma en que innovó al construir un hospital permanente en tiempo récord especializado para atender a pacientes con COVID-19. La enfermedad no logró hacer colapsar el sistema nacional de salud pública y no tuvimos las cifras de fallecidos que golpearon a países de la región centroamericana y de otras latitudes.
En lugar de solidaridad, lo que vimos fueron ataques de pequeños grupos con poder político para tratar de obstruir al Ejecutivo. Vimos una estrategia coordinada para cortar el flujo de recursos financieros al Estado para tratar de achacar luego los resultados de no atender la pandemia. En momentos críticos, el acceso a recursos frescos es estratégico para salvar vidas. Negarlo equivale condenar a muerte a los que no tendrán acceso a medicamentos u oxígeno.
Las medidas tomadas por el Ejecutivo para reorientar fondos de otras carteras al Ministerio de Salud ayudaron a contener la pandemia y a evitar su propagación. Cuestionar ahora eso cuando deliberadamente no se asignaron fondos obtenidos de préstamos internacionales revela que el objetivo era postrar al Gobierno.
El año que vamos a comenzar traerá, sin duda, nuevos retos. Muchas de las cosas que hemos aprendido en los últimos meses seguirán vigentes, por más vacuna que venga en camino. No podemos bajar la guardia, ni siquiera esta noche a la hora que se repartan los abrazos. Debemos pensar en el bienestar de nuestras familias en el mediano y largo plazo.
Que 2021 esté lleno de bendiciones y prosperidad.