Debe ser pastor porque huele a ovejas.
Así como los pastores viven en medio de sus rebaños y conocen a sus ovejas, los líderes viven en medio de la gente y conocen sus luchas y necesidades más sentidas. El líder es aquel que está dedicado a las personas y, por lo tanto, está cercano a ellas.
Los propietarios de negocios, los gerentes, los miembros de juntas directivas y otros no necesariamente necesitan estar con las personas. A lo sumo necesitan estar bien asesorados y tomar buenas decisiones para cumplir con su deber, dar un voto bien informado o una opinión bien respaldada en el debate del consejo, y luego irse a su casa con el sentimiento de haber cumplido su trabajo. Sin embargo, los líderes son aquellos que buscan a la gente y están cerca de ellos. El líder vive en una relación próxima a la gente porque los ve como sus hermanos.
Los primeros no necesitan ensuciarse las manos y complicarse tratando con los problemas de la gente; mientras que el líder está involucrado con las necesidades de la gente, porque se trata más que de un trabajo o una responsabilidad de amar a las personas y, por tanto, de involucrarse con sus luchas y dificultades. Por eso la gente reconoce fácilmente a los líderes, porque no se trata tanto de carisma y de grandes capacidades en algún campo del saber sino del corazón, del interés sincero en la necesidad o situación de vida de la gente, porque el amor salta todo tipo de obstáculo y las personas lo reconocen fácilmente.
Después de las elecciones del pasado 28 de febrero en las que la población salió a votar en un mayor porcentaje que en las últimas elecciones legislativas y municipales, está más que claro que la gente ha dado un mensaje contundente sobre sus expectativas para la nueva Asamblea Legislativa y concejos municipales.
La población no espera funcionarios que hagan gestión a la distancia, desde sus curules y despachos municipales, separados y distanciados de la realidad que viven los más vulnerables. La población tiene la expectativa de que se logren interpretar las necesidades urgentes y que haya una gestión que traiga justicia y prosperidad para todos.
Qué gran desafío tienen los nuevos funcionarios electos y qué gran oportunidad de poder desarrollar un verdadero liderazgo de servicio al estilo del Señor Jesucristo, cercano a la gente y sensible a sus necesidades más sentidas. Como dice Mateo 9:35 «y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. (36) Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor».
Por supuesto que no vivimos en los mejores tiempos y que este esfuerzo de servir en función del país requerirá una coordinación de todos los sectores de la población y de todos los poderes del Estado, y es posible que esto haya sido notado por los salvadoreños al dar estos resultados tan excepcionales en las pasadas elecciones. Sin embargo, momentos así exigen mayor trabajo, más humildad, más cohesión, más deseo de servir.
Por tal razón, hago un llamado a los nuevos funcionarios electos, lo hago no como alguien que desea dar órdenes, sino considerando con temor y temblor las grandes necesidades de El Salvador, tanto de los más necesitados como del tejido productivo del país, a considerar sincera y seriamente este liderazgo de servicio que la población está esperando y que es un mandato dado por el mismo Dios del cielo, quien dijo: «Les voy a dar líderes que los cuiden con conocimiento e inteligencia».