El concepto de ciudades inteligentes se han venido desarrollando a lo largo de la historia; sin embargo, los cambios disruptivos que los avances tecnológicos han provocado al mundo de hoy exigen el establecimiento de un nuevo concepto de ciudad, diferente a los que conocemos hoy en día. La población crece de forma acelerada y busca asentarse en las grandes urbes, esto provoca grandes desafíos para los gobernantes locales y nacionales; asimismo, de políticas públicas que vengan a resolver la demanda de los servicios. Las ciudades no solo son calles y avenidas, los modelos que conformaron las ciudades con sus reglamentos y servicios ya quedaron obsoletos. Las «smart cities» procuran darle solución a estos problemas y retos de la sobrepoblación y prevenir cualquier colapso.
En este nuevo concepto, el uso de energía renovable pretende disminuir los gases de efecto invernadero en lo que se ha dado en llamar generación distribuida, que permita una red de consumidores que generen electricidad y se logre un consumo de energía más sostenible. Una «smart city» debe captar todos los elementos de la actividad urbana y así crear una plataforma que permita interconectar con las ciudades gobiernos y empresas. Es un concepto revolucionario de un sistema integrado de información urbana que está sujeta a constante revisión, o lo que se ha dado en llamar también las ciudades digitales, ya en los años noventa se vislumbraba con el desarrollo de la tecnología nuevos horizontes para las ciudades innovadoras, considerando que la población crece de manera exponencial y con ello la exigencia de mayores recursos que quizá no se tengan. Eso exige reinventar la forma en que vivimos actualmente a una en ciudades que sean capaces de utilizar la tecnología de la información creando infraestructuras adecuadas a las nuevas exigencias.
Países como el Reino Unido, Italia y ciudades como Barcelona, invierten grandes cantidades de euros en adaptar los sistemas de información a las plataformas de una «smart city», facilitando la movilidad y creando espacios más sostenibles, con el fin de mejorar la eficiencia urbana, ofreciendo datos en tiempo real sobre el cambio climático, sobre el tráfico vial, calidad del aire y radiación solar, información que será obtenida mediante la instalación de sensores que detectan mucho de lo que se hace en la actividad urbana, es decir que una «smart city» requiere de un conjunto de dispositivos, sensores y redes de comunicación que permite la interacción de los ciudadanos, una ciudad interactiva con la finalidad de mejorar los servicios urbanos; cada ciudad será más eficiente que la otra de acuerdo con la capacidad de administrar y organizar el tráfico de información.
Una «smart city» debe tomar en cuenta los aspectos medioambientales y la creación de un alto tejido empresarial que genere oportunidades de negocio, todo ello para potenciar la imagen de ciudad y volverla atractiva a nuevos inversores, algunas universidades, como la de Glasgow y la universidad de Córdova, han publicado estudios producto del trabajo de investigación sobre las ciudades inteligentes, calificando este concepto como un fenómeno mundial. El estudio abarca experiencias de 27 países, destacando experiencias en Singapur, Londres y Barcelona. Los estudios revelaron que el auge de la ciudad inteligente está vinculado a mejorar sustancialmente y de manera sostenible la calidad de los servicios. Estos conceptos pueden ser aplicados en nuestro país si los gobernantes, tanto nacionales como locales, se atreven a hacer cosas diferentes.