Según el acuerdo de los países miembros: «El Parlacen es el órgano regional y permanente de representación política y democrática del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), y su principal objetivo es contribuir a realizar la integración centroamericana».
Pero ¿qué hacen los diputados del Parlacen? Nadie lo sabe. Quizás ni ellos mismos ni sus gobiernos y menos la población de sus respectivos países. Las funciones y resultados de los diputados del Parlamento Centroamericano (Parlacen) siempre han sido —son— lamentablemente desconocidas.
Hace varios años, en 1998, en mi columna periodística semanal «Crónicas sin tiempo», que mantenía en un matutino de San Salvador bajo el título «Si el Parlacen no fuera tan inoperante», yo demandaba información y transparencia, precisamente sobre el real ser y quehacer de los diputados salvadoreños en el Parlacen; pero, por toda respuesta, de uno de los aludidos solo obtuve breve y airada alusión impersonal en la TV, tratando de defender lo indefendible.
Y es aquí donde surge la interrogante del ciudadano regional, amante de la integración centroamericana. Si existe el Parlacen y si ese es su objetivo principal, ¿dónde está una prueba tangible de siquiera un intento de realizar esa integración? Si existe ese intento, la población contribuyente no lo ve; y el quehacer y los resultados de ese trabajo, ¿cómo y dónde pueden apreciarse?
Creado el 28 de octubre de 1991, su sede ha sido y está en Guatemala. Actualmente, lo integran 120 diputados nacionales de sus Estados miembros (20 por cada país: Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Panamá y la República Dominicana). Costa Rica se retiró desde hace varios años aduciendo inoperancia. Un acertado señalamiento de los gobiernos costarricenses.
Los diputados del Parlacen son electos para el mismo período de cada Gobierno. Además, «lo integran los presidentes y los vicepresidentes o designados a la presidencia de la república de cada uno de los Estados centroamericanos al concluir su mandato, por el período que determina la Constitución de cada país».
Precisamente, cuando el Parlacen se creó, hace varias décadas, era común escuchar, en serio y en broma, que el objetivo era otorgar «un nicho de protección» para los mandatarios salientes, a fin de que tuvieran empleo al salir y, sobre todo, inmunidad parlamentaria como previsión por cualquier acusación en su contra.
Que el Parlacen esté obligado a informar públicamente sobre su ser y quehacer ha sido una petición constante y que sus diputados estén sujetos al escrutinio, no solo de sus gobiernos, sino también de los medios de comunicación social (MCS), las universidades y la ciudadanía en general. Eso sería saludable, no solo por la transparencia sino también por el compromiso político con su país.
Sin duda, ningún ciudadano patriota del istmo adversa o está en contra de un organismo como este, pero es que a la vista de todo el mundo, el Parlacen parece tan inoperante. Los contribuyentes reclaman por el evidente ocio y por los altos salarios por una inactividad manifiesta, contraria a los objetivos de su carta de principios.
Parafraseando al gran poeta y patriota cubano José Martí, cuando dijo: «A la patria se le sirve y no se le toma para servirse de ella», es imperativo seguir con la demanda de transparencia a los diputados salvadoreños del Parlacen —con las ligeras excepciones que puedan existir— sobre servir a la Patria en lo que les compete y no servirse del cargo para ostentaciones y privilegios.
El pueblo centroamericano está a la espera y en busca de un Parlacen renovado, eficiente, dinámico y transparente. Solo así el Parlamento Centroamericano (Parlacen) cumplirá, de veras, con la misión de ejercer el liderazgo hacia la consolidación de la democracia integral y la coordinación interinstitucional en el proceso de integración del Istmo, contribuyendo también al fortalecimiento de una sociedad más justa, más humana y solidaria a escala centroamericana.