Hace años, la publicidad de un político decía que «oriente tiene valor». La frase, que encierra un gran significado y una verdad apabullante, no pasó de ser el estribillo vacío de alguien que solo buscaba llegar al poder. Ha sido hasta en la actual administración del presidente Nayib Bukele cuando se están dando pasos importantes para el desarrollo de la zona oriental.
El puerto de La Unión, un elefante blanco y símbolo de la corrupción y la ineficiencia tanto de gobiernos de ARENA como del FMLN, está en camino a la activación. Llamado a ser el polo de desarrollo, el puerto de La Unión ha estado rodeado, desde sus inicios, de malos manejos y negocios truncados que involucraron incluso a las altas magistraturas de la época. Los dos gobiernos siguientes, del FMLN, no fueron capaces de lanzarlo a operar, y la obra, construida gracias al apoyo del Gobierno de Japón, ha sido subutilizada, por lo que ha generado más gastos que beneficios.
Esto va a terminar pronto. Además de la reactivación del puerto, está en marcha el proyecto del Aeropuerto y del Tren del Pacífico. Ya se adjudicó la licitación para el consorcio que elaborará el plan de prefactibilidad para la construcción del aeropuerto. Una terminal aérea en la zona oriental mejorará la conectividad de los ciudadanos y abrirá nuevas rutas comerciales y de carga.
Unido a esto está el Tren del Pacífico, para cuyo financiamiento el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) ya designó fondos. Junto con el puerto y el aeropuerto, un tren de pasajeros y mercaderías facilitará el comercio, además de la movilidad de personas.
Las tres obras son proyectos complementarios y necesitan un plan decisivo para funcionar. Por décadas, los gobiernos se quedaron cortos o desviaron fondos en lugar de fomentar e invertir en el desarrollo.
Estos proyectos estratégicos son vitales para mejorar la logística de El Salvador y posicionar al país como una plataforma mundial. Adicionalmente, facilitarán otras actividades económicas, como el turismo, ya que con mejores vías de transporte llegan más visitantes, dispuestos a disfrutar de las maravillas que ofrece la zona oriental.
El país está cambiando su historia, y los pocos que se oponen quedarán cada vez más rezagados, anclados en un pasado en el que solo se velaba por los intereses de sus grupos. Oriente tendrá ahora, como nunca en su historia, la oportunidad de desarrollar todo su potencial.