Una nación dividida sintonizó hace semanas el primer debate presidencial entre el mandatario estadounidense, Donald Trump, y el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, en Cleveland, Ohio. Cerca de 100 millones de votantes en potencia —un récord en audiencia, en comparación con cualquier debate previo en Estados Unidos— vieron el debate a través de canales de televisión, streaming y redes sociales. La nación se prepara para el tercer y último debate este jueves, antes de las elecciones del 3 de noviembre.
Muchos de los que apoyan a Trump han tomado un enfoque más audaz con respecto a temas raciales desde esa cita, algunos incluso con violencia.
El moderador Cris Wallace, de Fox News, perdió el control del debate mientras Trump y Biden hablaban el uno sobre el otro, levantando la voz y creando una atmósfera tensa y de confrontación. El decoro, la cordialidad y la humanidad faltaron a la cita, poniendo a la vista de todos las profundas divisiones en este año de elecciones.
El debate fue tan caótico que la Comisión de Debates Presidenciales ha decidido hacer cambios al encuentro del jueves, incluyendo que se permita al moderador apagar los micrófonos de los candidatos. La campaña de Trump se opone a cualquier cambio, pero a regañadientes el presidente ha dicho que lo aceptará.
Además de sus constantes interrupciones a las respuestas de Biden, Trump puso una nueva marca de bajeza con su mensaje a los «Proud Boys» para que «den un paso atrás y estén preparados». El Southern Poverty Law Center describió a los «Proud Boys» como un grupo nacionalista extremista, justamente el tipo de personas a las que Trump se ha negado demasiadas veces a condenar.
Sobre todo, el primer debate presidencial reforzó el hecho de que nos hemos convertido en una nación dividida por el racismo y el odio.
En un reporte reciente, el Centro Pew determinó que el universo de los posibles votantes en 2018, según definición de raza-etnicidad, se dividen de la siguiente forma: 67 % blancos, 13 % latinos, 13 %
afro-americanos, 4 % asiáticos y 3 % otros.
El voto blanco sigue dominando, pero las minorías son esenciales para que cualquier candidato pueda vencer. Por lo tanto, un mensaje de unidad es necesario para promover la paz durante estos momentos difíciles.
El pasado de clase media de Biden y la relación personal que ha forjado con la comunidad afroamericana en Pensilvania lo convierten en el más indicado para la tarea de unificar votantes. Sin embargo, ha sido criticado por no identificarse con los latinos y los asiáticos.
Biden ha denunciado la violencia y el nacionalismo blanco. Le atribuye el asesinato de un manifestante en Charlottesville, Virginia, en 2017, a la retórica de odio. Trump continúa apelando a su base con teorías de conspiración y «carnadas» raciales.
El presidente Trump dio forma a estas retóricas y habilidades en Nueva York, cuando publicó sobre «Los Cinco de Central Park» (conocidos en Estados Unidos como «Los Cinco Exonerados»), alegando que debían recibir la pena capital, lo que influenció a la opinión pública. A través de esto, Trump aprendió que puede sacar ventajas dividiendo a las personas sobre temas de raza.
Trump se ha dado la imagen de ser un hombre de «ley y orden», pero ha usado una estrategia milenaria de «divide y conquistarás».
Durante el debate, Biden intentó enviar el mensaje de que se necesita a un presidente capaz de unificar y sanar al país, pero aun así se quedó corto.
Lo que quedó claro es que Estados Unidos está profundamente dividido; sin embargo, podemos soñar con que emergerá un líder para sanarlo. El país está pendiente del tono que tomará el último cara a cara este jueves…