El Salvador no es la India, pero aquí también se está gestando una importante revolución como la llevada a cabo por Mahatma Gandhi en aquel país que, aunque todavía tiene problemas por resolver, se cataloga ya como una nación emergente con posibilidades de convertirse en una potencia.
Gandhi logró la increíble hazaña de liberar a su pueblo del yugo británico e impulsar las transformaciones necesarias, todo sin disparar una sola bala.
Luego de esa hay poca historia sobre revoluciones de este tipo. La mayoría de las veces se ha recurrido a sangrientos conflictos con el fin de cambiar sistemas e impulsar reformas. La guerra sufrida en nuestro país es un claro ejemplo de esos inútiles enfrentamientos que al final, lejos de lograr los objetivos, terminan retrasando más a los países, principalmente porque, además de polarizar, destruyen vidas e infraestructura. Por lo tanto, casi siempre es más el daño que el beneficio.
La revolución pacífica que ha iniciado el presidente Bukele promete más beneficios y transformaciones que aquella de los ochenta, que le costó al país miles de muertos. Es una revolución sin armas. Las únicas armas aquí son el intelecto, el esfuerzo, la honestidad y el amor por un país.
Así como Gandhi enfrentó con resolución al poderoso imperio británico, también nuestro mandatario ha enfrentado, con la suficiente entereza, al imperio de la corrupción y la matonería política, ejercidas estas desde hace años por los partidos tradicionales enquistados en el poder del que siempre se sirvieron en beneficio de sus propios intereses.
Luego de contrarrestar a esas fuerzas que mantuvieron al país en franco retroceso, se vislumbra un desarrollo sin precedentes motivado por la coyuntura política favorable al contar con la mayoría del congreso que apoyan las transformaciones.
Esos cambios, y la manera en la que se están dando en nuestro país, es lo que se traduce como una revolución, vista desde la participación de la sociedad en el desarrollo de estos.
Se está apostando a transformar la educación al poner a la tecnología al alcance de los estudiantes. Parte de esto es la entrega de computadoras, que será, sin duda, un soporte vital para el aprendizaje.
Se proyecta una revolución de la salud que reformará el sistema con la construcción de hospitales de primer mundo y con la promoción de la investigación científica en el campo de la medicina, que supondrá mejoras sustanciales, si se compara con lo heredado de gobiernos anteriores.
Habrá cambios también en lo económico y cultural, así como en la forma ética y moral de hacer las cosas. Estos dos últimos aspectos serán visibles cuando ya pueda hacerse un comparativo entre los gobiernos y bancadas legislativas anteriores, para quienes eso no era importante, y la nueva generación de funcionarios.
No quise finalizar este artículo sin mencionar otro tipo de revolución que esta sociedad ha comenzado a experimentar. Es la toma de conciencia en la que los individuos se dan cuenta de que ellos mismos pueden ser artífices de sus propias transformaciones.
Aunque se tiene como proyecto, aún no hemos puesto un satélite en el espacio como ya lo hizo la India ni hemos alcanzado otros tipos de avances tecnológicos como los de ellos; pero ya estamos sentando las bases para construir un mejor país del que en un futuro nos sentiremos más orgullosos.