La apabullante victoria de Trump y sus elefantes republicanos, con un triunfo popular por un margen de 6 millones de votos, el Senado y la Cámara de Representantes, y preliminarmente con 292 votos electorales de Trump frente a 226 de Kamala Harris, brinda al futuro presidente el control del aparato del Estado para echar adelante su proyecto de nación.
Desde inicios del siglo XXI, en EE. UU. se ha operado un readecuamiento de las posturas ideológicas del espectro político; el Partido Demócrata ha terminado volviéndose un partido guerrerista, apoyado por el complejo militar industrial del Pentágono, mientras el Partido Republicano avanzó hacia posturas menos confrontativas en la arena mundial. Los «mass media» siguen en manos demócratas, pero las poderosas redes sociales y sus multimillonarios dueños se han alineado con Trump; magnates como Elon Musk, Jeff Bezos, Marc Zuckerberg o Patrick Soon-Shiong, actual dueño de «Los Angeles Times».
A pesar de su estilo marrullero, durante el mandato de Trump no hubo guerras de EE. UU. en el mundo, y casi quebró la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) al afirmar que EE. UU. se había cansado de ser «el policía del mundo» y que la OTAN se cuidara sola creando un ejército y una CIA europeos. Con retórica antinorcoreana, en la cual llamó a Kim Jong Un «rocket man» y diablo antiestadounidense, terminó reconciliado en una cumbre en la frontera intercoreana y en Vietnam, y continúan escribiéndose «largas cartas de amor» que ha llevado a Trump a manifestar que el dictador norcoreano «lo ama».
Dentro de esa línea mundial de patriotas nacionalistas están Trump, Putin (Rusia), Erdogan (Turquía), Orban (Hungría), Robert Fico (Eslovaquia), Meloni (Italia), Marine Le Pen (Francia), curiosamente Xi Jinping (China) y en Latinoamérica, el más sobresaliente, Nayib Bukele. Y ello a partir de la crisis mundial económica de 2008, que marcó el fin de la globalización como etapa histórica y orden hegemónico, poniendo en cuestión el orden liberal internacional. En Latinoamérica ello propició el ascenso de fuerzas neopatriotas, de perfil nacionalista y soberanista, con fuertes retóricas antiglobalistas.
Uno de los primeros efectos del triunfo de Trump será el final de la guerra en Ucrania, y el repliegue de Europa y la OTAN a posiciones menos antirrusas, cese de la mayoría de las sanciones a Rusia y un nuevo mapa geopolítico donde Ucrania deberá ceder territorios prorrusos (Donetsk, Lugansk, Jerson, Zaparoschie, Crimea) y declararse Estado neutral, antinazi, democrático. En Gaza, Israel recortará su belicismo, pues el complejo militar industrial del Pentágono perderá influencia; la misma noche de su victoria Trump advirtió a Benjamín Netanyahu que debe acabar esa guerra en dos meses. China seguirá siendo el principal enemigo de EE. UU. Pero la crisis militar entre Taiwán y China se truncará en guerra de sanciones y medidas proteccionistas.
A pesar de sus exabruptos contra El Salvador y su presidente, los cuales hay que sopesar como faltos de información y de contexto, hay sólidos vasos comunicantes entre el equipo de Trump y el Gobierno salvadoreño, pese a las relaciones que sostiene El Salvador con China y Rusia, pues para Trump no importa la relación de El Salvador con otros estados soberanos, siempre y cuando no afecten los intereses estadounidenses en El Salvador.
El Caucus El Salvador en el Congreso de EE. UU. es un apoyo para cooperación, desarrollo, comercio y amistad entre ambos países, conformado por 14 republicanos y demócratas, presidido por el congresista republicano Matt Gaezt, representante de Florida; y el segundo cargo de dirección, Vicente González, congresista demócrata por Texas. Es evidente la conexión entre nuestro Gobierno y Trump, a tal grado que su hijo, Donald Trump Jr., estuvo presente en la toma de posesión de Bukele junto con el expresentador de la cadena FOX, Carlston Tucker, los congresistas María Elvira Salazar y Matt Gaetz.
Los préstamos pendientes (léase FMI) podrían acelerarse a partir de esta elección. A Nayib Bukele, un líder con una aprobación arriba de 90 %, este triunfo de Trump terminará de fortalecerlo aún más, y tendría todas las credenciales para optar a un tercer mandato. Su tándem con el vicepresidente Félix Ulloa ha funcionado excelentemente.
La identificación de los republicanos con Nayib Bukele es evidente no solo con el apoyo de congresistas como Ted Cruz, Elvira Salazar y Marco Rubio, sino con el exembajador de EE. UU. en El Salvador, Ronald Douglas Johnson, amigo personal del presidente Bukele y uno de los personajes importantes en la futura administración de Trump.