«No parecía un concierto, parecía un campo de batalla», contó el salvadoreño Iván Patiño a Diario El Salvador sobre el caos desatado durante el famoso festival del Woodstock 99, realizado entre el 22 y el 25 de julio d 1999, en Rome, Nueva York, un evento musical de gran magnitud que se salió de control, y cuyo documental recién estrenado en Netflix se mantiene como tendencia entre los usuarios.

Torres de sonido derribadas e incendiadas, círculos de hombres rodeando a una sola mujer, abusos, vandalismo, relaciones sexuales, venta libre de drogas, aglomeraciones, personas deshidratadas y mucho más observaron los músicos salvadoreños Iván Patiño y Francisco Rodríguez, conocido también como «el Gordo Rosty», en el mítico festival de Woodstock que conmemoraba el 30 aniversario del evento original con el concepto de amor y paz de 1969.
Para Iván Patiño, el Woodstock de 1999 sería el segundo al que asistiría, por lo cual se encontraba emocionado de regresar con la promesa de que sería algo más masivo que la edición de 1994, sin embargo, ni él, ni los cerca de 250,000 asistentes del festival esperaron experimentar un evento que se les fue de las manos a los organizadores.

Sin embargo, los dos salvadoreños disfrutaron del festival que reunió a bandas como Red Hot Chilli Pepers, Metallica, Rage Against the Machine, Kid Rock, Limp Bizkit, entre otras. «En un solo fin de semana vimos a nuestras bandas favoritas que nos habría tomado años poder ir a disfrutar. Estuvieron increíbles», cuenta Francisco.
El Salvador en Woodstock 99
«Yo ya había estado en el Woodstock del 94. A raíz de eso decidí asistir al del 99. Siempre trabajé para líneas aéreas, eso me ayudaba a conseguir buenos precios, entonces nos fuimos con Rosty a Nueva York. Durante la edición de 1994 llovió los tres días del evento, pero siempre se vivió una atmósfera de amor y paz como la esencia del Woodstock de 1969», contó Iván Patiño a Diario El Salvador.
Por su parte, Francisco explicó que el evento inició mal desde que comenzaron a cobrar $30 más por las entradas en el lugar del festival y los precios de la comida y bebida eran exorbitantes. Al ingresar observaron cientos de miles de personas, algo que parecía totalmente «surrealista» dado que nunca se había realizado un evento de tal magnitud, el cual reunía al menos a 20 de las mejores bandas del mundo en la época.

«A pesar de todo yo disfruté el festival. No me arrepiento de haber ido. Yo sabía que se iba a transmitir en vivo así que decidí llevar la bandera de El Salvador. Aproveché que un grupo de borrachos se quedaron dormidos fuera de su tienda de acampar para tomar una de las varillas. Por suerte tenía cinta aislante, así que, coloqué la bandera en la punta para poder hondearla sobre el público. La bandera fue lo primero que metí en mi maleta antes que mi ropa interior», cuenta Francisco sobre su hazaña cuando tenía 20 años de edad.
¡Lo consiguió! El día siguiente, Francisco se enteró de que apareció en televisión en vivo junto a su bandera, así El Salvador se hizo presente en uno de los festivales que marcaron la historia de la música a nivel mundial. El festival fue transmitido por la famosa cadena musical de televisión MTV.

«Hasta la fecha, todavía hay medios y gente que me sigue buscando porque aparecí en el Woodstock 99, me siguen preguntando si era yo. Una vez me etiquetaron en una publicación en la cual decía “Quiero saber si este ‘man’ sigue vivo después de ese festival”», contó Francisco.
¿Qué salió mal?
«Con Iván caminamos entre distintos escenarios por largas distancias entre grupos de miles de personas que estaban haciendo desorden, nosotros solamente observábamos. Teníamos miedo de ser confundidos entre el caos y ser arrestados por la policía que creímos que iba a llegar en cualquier momento, pero no lo hicieron», expresó Francisco.

Según Iván y Francisco, entre la multitud podían observarse grupos grandes de hombres que rodeaban mujeres semidesnudas que se sentían en libertad por el ambiente del evento, sin embargo, debido al alcohol y las drogas, los jóvenes adoptaron una conducta machista que los llevó a tocar de manera inapropiada a las mujeres.
«Vimos a gente que tenía relaciones enfrente de todos, gente que vendía drogas de manera libre, algunos portaban carteles que solicitaban comprar droga. No había nadie que controlara la situación, parecía que todos podían hacer lo que querían», cuenta Francisco.

Iván y Francisco coinciden en sus conclusiones sobre lo que salió mal en el evento. Una mala administración que causó furia y descontento entre los cientos de miles de asistentes al evento. El caos se desató a raíz del sentimiento de «estafa» ante los precios exorbitantes de la comida y el agua, la cual era necesaria debido a las altas temperaturas que se percibían en el lugar.
«Lo peor de todo eran los baños, eran un desastre. No dieron abasto para la cantidad de personas que llegaron al festival. Era imposible ir a los baños durante el segundo día. Con Francisco evitamos comer mucho o tomar mucha agua. Tuvimos que racionar», cuenta Iván.
Para los dos salvadoreños, el caos que se desató durante la noche del último día del festival que consideran como una descarga de frustración y enojo ante el mal trato y abuso por parte de los organizadores del evento.
«Estábamos disfrutando del concierto de los Red Hot Chilli Pepers cuando nos dimos cuenta de que ya no se escuchaba la banda. Se quedaron cantando solos. De pronto observamos que estaban derribando las torres de sonido y las estaban incendiando. Fue entonces cuando decidimos irnos a nuestra tienda de acampar. En el camino vimos como estaban destruyendo todo el lugar, era una descarga de furia contra los organizadores. Incluso quemaron los puestos de comida», expresó Iván.
Un escenario surrealista
«Salimos de la tienda cuando despertamos durante la madrugada y observamos que ya habían llegado grupos antimotines. Había humo por todas partes. Varias personas estaban siendo arrestadas. Había incendios por todas partes. Parecía algo apocalíptico y surrealista».
Iván Patiño, salvadoreño que asistió al Woodstock 99.
El baterista de la banda de punk, Los Rosty, Francisco Rodríguez; y el integrante de la recordada banda salvadoreña de rock, La Pepa, Iván Patiño, vivieron una experiencia inolvidable marcada por el caos y el vandalismo de cientos de miles de jóvenes que demostraron su ira ante una organización que se le fue de las manos uno de los festivales más grandes de la historia que pretendían iniciar con un ambiente de amor y paz.
Para Iván, la ironía también fue un factor que afectó la esencia del festival que en sus orígenes fue un evento en donde reinó la hermandad y solidaridad ante la protesta de la guerra de Vietnam, ya que el Woodstock 99 fue organizado en una base militar. Dicha contradicción sumada al abuso y estafa hacia los asistentes propiciaron el peor festival de todos los tiempos.
«Pero yo no me arrepiento y estoy seguro de que Iván tampoco. La pasamos bien a pesar de todo. Nos mantuvimos al margen y disfrutamos de las mejores bandas del mundo en un solo lugar durante un fin de semana», concluyó el relato Francisco Rodríguez, uno de los dos salvadoreños sobrevivientes del Woodstock 99.