Las pandillas crecieron en el país alimentadas por las décadas de abandono del Estado, por la complicidad de los antiguos gobernantes con el crimen y porque varios sectores obtuvieron beneficios, económicos o políticos, de la inseguridad resultante.
Evitar que los jóvenes ingresen a los grupos criminales es una tarea titánica que se ejecuta desde el primer día del Gobierno del presidente Nayib Bukele. Los CUBO (centros urbanos de bienestar y oportunidades) que esta administración ha construido a lo largo y ancho del país son un esfuerzo para erradicar el estigma de las comunidades al llevar moderna infraestructura, respaldada con servicios de primera, empezando por el internet y contando también con proyectos educativos, culturales y de formación técnica, todo para que los jóvenes dispongan varias opciones para su crecimiento personal, pero también para perfilar futuras áreas de desempeño laboral.
Nunca en la historia nacional un Gobierno había hecho tanto por los jóvenes y los niños para insertarlos en las nuevas tecnologías. Estudiantes y profesores de los institutos nacionales y de los centros escolares públicos tienen computadora, acceso a internet y software para mejorar el aprendizaje.
De este modo, la juventud salvadoreña no está condenada, como lo estaba durante los gobiernos de ARENA y del FMLN, a seguir en la pobreza sin más oportunidades que la informalidad y el crimen.
Sin embargo, a pesar de las nuevas condiciones y oportunidades, las pandillas mantuvieron a un grupo de la población muy cercano y ciego ante su fanatismo, dispuesto a morir mientras los cabecillas de las organizaciones criminales se dan la buena vida con grandes lujos, mansiones, carros y amplias comodidades.
Por esta razón se vuelve necesario que las leyes contengan castigos más severos para que los pandilleros sepan que al escoger esa vida solo tienen dos caminos: muchos años en la cárcel o morir cuando se enfrentan con las fuerzas de seguridad.
Hay suficientes esfuerzos gubernamentales que promueven la superación académica y artística para desalentar a los jóvenes a buscar las pandillas, y los alejan de los conflictos con la ley.
El Salvador debe enderezar el camino al corregir las malas prácticas, prevenir el delito y hacer cumplir la ley con toda la fuerza del Estado. Los ciudadanos honrados y honestos están de acuerdo con las capturas de los pandilleros y el aumento de las penas para estos criminales. Saben que es el rumbo correcto.