El pasado 12 de diciembre, en México, comenzó el llamado período Guadalupe Reyes. Del 12 de diciembre al 6 de enero, se celebran las fiestas católico-cristianas más relevantes. Se inicia el ciclo con la celebración a la Virgen de Guadalupe y se termina con la conmemoración de la llegada de los Reyes Magos. El Guadalupe Reyes es, entonces, un período que se caracteriza por la fiesta, pero también por la comedera: uno se deleita con los platillos más exquisitos, como tamales, ponche, tacos de guisados, hojaldras con mole, pozole, romeritos, pavo, pierna rellena, pastas, ensaladas dulces, bacalao, pambazos, rosca de reyes, etcétera. Parece, ante la vista del mexicano, que ese mes se vuelve un maratón por ver quién come más y mejor. No obstante, ese apelativo se ha usado en los últimos años como pretexto para organizar otro tipo de maratones.
Uno de los que me han atraído más hasta ahora es el maratón Guadalupe-Reinas (sí, en femenino). Este evento ha sido promovido por el colectivo de lectura llamado Libros B4Tipos (http://www.librosb4tipos.com/), que tiene como objetivo central la difusión de obras literarias y no literarias escritas por mujeres por medio del comentario grupal de estos textos en redes sociales. Así, el maratón consiste en leer en un mes —que coincide con las vacaciones decembrinas— obras de mujeres.
Tanto Libros B4Tipos como el Guadalupe-Reinas surgieron ante el problema de lectura en México. En este país —y no dudo de que en muchos otros— se promueve más la obra de escritores hombres. Por ejemplo, en la carrera de Letras y en los programas de las materias de literatura se estudian más escritores que escritoras. Igualmente, cuando se hacen listas de libros para maratones anuales («un libro al mes») o del tipo Guadalupe-Reyes para promocionar la lectura, se enumeran más escritores que escritoras. Esto mismo se hace patente en las presentaciones de libros en las ferias literarias.
Esto se debe —me atrevo a afirmarlo— a la creencia errónea de que no hubo ni hay tantas escritoras: claro que han existido, pero han sido relegadas a la indiferencia y a la sombra del canon, de las editoriales, de los críticos y de sus esposos. Por eso, la labor de las beforas y de otras mujeres que crean círculos de lectura o programas de estudio alrededor de escritoras es sumamente importante como posición política y cultural.
De este modo, las consignas de este año del maratón de las beforas no dejan de ser nada valiosas. Así, quien participe no tendrá una lista predeterminada, sino una serie de objetivos, como leer un texto de divulgación científica, uno sobre labores de cuidado, uno de narrativa gráfica, uno de una editorial independiente, uno de nuestra región, uno que presente un personaje fuera de la norma, entre otros. Obviamente, todos los libros deben haber sido escritos por mujeres. Como se observa, dichas consignas están vinculadas a los efectos que ha tenido el confinamiento por la COVID-19 para las mujeres, y a los géneros que parecieran ser dominio masculino, como la ciencia y la novela gráfica. De este modo, como apertura al maratón, recomiendo «El eterno femenino» (Rosario Castellanos), «El calor de las cosas» (Nélida Piñon) y «Temporada de huracanes» (Fernanda Melchor).