Desde los tiempos remotos del sigo V, la iglesia católica ha celebrado la fiesta en honor a los Santos Niños Inocentes, los pequeños mártires que fallecieron por y en lugar de Cristo. Antiguo Cuscatlán se adorna de fuegos artificiales que emanan de los toritos pintos y de las diferentes torres que figuran como monumentos a sus santos patronos.
En su afán por acabar con la vida del recién nacido Jesús, el rey Herodes ordenó a sus soldados matar a todos los niños menores de dos años en Belén, es por ello que la Parroquia Santos niños inocentes, erigida por el filántropo Walter Deninger en 1954, y el resto del municipio, conmemora la memoria de aquellos niños mártires.
La tradicional fiesta se celebra desde la época colonial en el histórico y legendario Señorío de Cuscatlán, una tradición que se celebraba con gran devoción por capitanas, mayordomos y tenaces, según indica la Alcaldía de Antiguo Cuscatlán. Este homenaje contaba con una duración de cuatro días a partir del 27 de diciembre.
En la actualidad, a pesar que el 28 de diciembre sea el día oficial de los Santos Niños Inocentes, en Antiguo Cuscatlán se celebran los días 26, 27 y 28, culminando con un espectáculo de luces emanado por los toritos pintos que salen a las calles, y con una torre de madera que se transforma en un monumento a sus santos patronos.
De hecho, todo el mes de diciembre, el municipio se transforma en alegría rodeada de carnavales, desfiles, bailes, luces, religiosidad, diversiones populares, y se recibe la visita de salvadoreños de todos los rincones del territorio nacional, además de extranjeros.