Hijo de franceses, nacido en México y nacionalizado salvadoreño, Vivien Morer es un artista que impregna de colores intensos, figuras humanas reales, así como mundos y seres fantásticos las obras que crea.
Ver buena parte de su trabajo reunido es todo un espectáculo visual que invita a explorar más sobre el artista, quien ha encontrado en el arte figurativo y el abstracto sus principales aliados para construir sus piezas.
«Bon Bon girl» es el retrato de una chica real que ha pintado con pelo blanquecino y flequillo sobre la frente quien, justamente, sostiene un caramelo claro sobre el rojo intenso de los labios, mientras el rostro combina un destello de colores. No hay duda que la imagen remonta a los famosos cuadros del gran Andy Wharhol.
La misma modelo también inspiró «Dualismo». Aquí el rostro de la joven está más relajado e inclinado hacia el hombro izquierdo, pero los lentes que lleva, la coloración rojiza de la piel en contraste con el pelo blanquecino se suma a la línea de arte pop que Morer sigue desde hace tiempo.
«El sueño de Apolo» es un perfil de rojos intensos y líneas en negro de un joven quien en la ensoñación parece mirar al cielo. Todas estas piezas, y otras más, son en formato grande y atrapan inevitablemente la mirada.
«Space opera»
La obra «Dune» que Frank Herbert publicó en 1965 llegó a manos de un pequeño Vivien, de solo seis años. En aquel momento estaba dispuesto a ser escultor; sin embargo, por su corta edad un maestro recomendó que aprendiera dibujo y pintura. Este fue su inicio en las artes, donde al mismo tiempo se volvió amante de la ciencia ficción.
«Lo leí muy pequeño este libro (“Dune”). Desde entonces, adoro todas las historias extraordinarias que sean de “space opera” o fantástica como “El señor de los anillos” […] En mi opinión, hacen las películas como si no leyeran el libro. Entonces, yo quise dar mi opinión sobre esta película al mismo tiempo que ellos la sacan, como una manera de mostrar que no está muy bien que saquen una película que no está muy vinculada al libro».
Así, en 2023, surgen ocho cuadros del mundo fantástico de «Dune», por ejemplo, el de «Duque Leto Atreides», «Princesa Irulan», «Lady Jessica» y el «Emperador Shaddam IV», los cuales fueron expuestos en noviembre pasado bajo el título «Ciclos», donde participó su amigo y excompañero de estudios de hace más de 20 años Efraín Cruz.
«Quería hacer una serie de pintura que fuera personal, una parte mía, y por esto tomo un tema muy personal […] Ciencia ficción y “space opera” entra muy bien en el pop que surgió al mismo momento a nivel artístico, literario y figurativo», comparte el artista.
En El Salvador, Morer se graduó en el Centro Nacional de Artes (Cenar) con especialidad en grabado. En Francia, al no conseguir equivalencias para sus estudios salvadoreños, decidió estudiar cine y se graduó como director.
«Podía trabajar en películas, pero no me gusta trabajar en grupo. Entonces, regresé a la pintura», confiesa.
A los 28 años se graduó en cine y aproximadamente a los 33 volvió a los pinceles. Desde entonces no ha parado en la creación de obras.
Al preguntarle por qué opta por esos colores y esas figuras, su respuesta está íntimamente ligada a El Salvador, sobre todo por la intensidad del sol.
«¿Por qué me quedo en El Salvador? Porque me gusta mucho cómo se ve la luz con el sol. Como todo color es una reflexión de la luz, cuando se tiene un sol muy fuerte se ven mucho más fuertes los colores. Entonces, para mí, en comparación de mis mismas obras en Francia, no se ve esta intensidad», dice.
«El neón es aún más fuerte porque el sol tiene luz ultravioleta naturalmente. Entonces, no necesita una luz negra para resaltar los colores. Todos los colores neones, aquí en El Salvador, se ven mucho más fuertes que en otros países como Francia», agrega.
El neón está presente en la serie que creó inspirado en el bicentenario y las obras permanecen en la cancillería (ver recuadro).
Algunos títulos de estas piezas son: «Corazón», y el autor se ha ocupado de explicar lo que motiva la pieza «el corazón es la representación del equilibrio en una pareja, cada una levantándose y sosteniéndose el uno al otro». En el caso de «Red» es la «interpretación de la plenitud del flujo sanguíneo, continuidad del corazón».
INSPIRACIÓN BICENTENARIO
Superado el confinamiento por la pandemia, Vivien Morer montó la exposición «Bicentenario, celebrando nuestra cultura» (2021), en la sala de exposiciones Camilo Minero de la cancillería. La muestra reúne 20 cuadros en gran formato donde el artista rinde homenaje a México y a las manifestaciones artístico-culturales de Centroamérica, sobre todo de El Salvador.
«La muestra tiene como objetivo aquellos personajes y sitios que son parte de la cultura de nuestros países. Se pueden apreciar rasgos peculiares y representativos bajo la técnica del acrílico sobre lienzo y con una paleta de colores vivos en contraste y composición», escribió el artista sobre su obra en el catálogo que preparó.
Sobre la exposición, el artista visual Giovanni Gil escribió (siempre en el catálogo): «La incandescente luz y el contraste de color, aunado a las riquezas de las formas y su composición, generan un espectáculo visual lleno de ricas sensaciones».
Por su parte, Zintia Herrera, compañera de Morer (compartió apenas ayer): «Son dos trípticos y otras obras sobre la cultura salvadoreña, muy enfocadas a nuestras comunidades, como los chapetones, la gente de nuestro pueblo. Reflejan tradiciones y también es la visión del artista extranjero, francés, que tiene de nuestra gente, lo que le impresiona y captura. Eso es lo que Vivien transmitió en esas obras».
Los cuadros eventualmente se montarán en otros espacios culturales o posiblemente se expongan de nuevo en la cancillería.