Con la pasta de chocolate recién salida de un molino, Élmer Enrique Martínez, de 35 años, y su esposa, Milagro Domínguez, toman porciones del producto, las pesan, les dan forma redonda, las embolsan y las dejan preparadas para vender.
Los esposos Martínez viven en el caserío El Tablón, cantón Agua Zarca, del municipio de Osicala, Morazán.
Élmer describe el momento clave para iniciar en la producción de cacao, hace 10 años llegó a comprar alimentos al centro de Osicala. Aprovechó que andaba en el casco urbano y decidió visitar a un tío, quien le regaló 11 mazorcas de cacao.
Sin tener la mínima idea de cómo sembrarlas, se las llevó a su casa y le pidió a su hermano que le ayudara.
Con deseos de progresar como familia y comunidad, comenzó a dedicarle tiempo a los árboles. El fruto de este árbol es una mazorca y al procesar sus granos se puede hacer chocolate.
Martínez cuenta que el conocimiento técnico que tenía entonces era limitado y asegura que comenzó a preguntar, leer e informarse sobre el cuido que debía darle para obtener una siembra exitosa.
«Hoy tenemos sembradas 3,000 plantas de cacao y esperamos obtener 100 quintales. Lo bueno del cacao es que hay dos temporadas en las que da bastantes frutos, y lo otro es que todo el año da fruto y pues no se pierde nada. Cada semana nos da 600 mazorcas», dice Martínez.
Agregó que en la producción están involucrados su padre, esposa e hijo de 12 años, este último sueña con ser ingeniero agrónomo para ayudar a su padre.
El 21 de enero de 2019, Martínez ganó el segundo lugar en el Concurso Nacional de Cacao de Excelencia, en el cual participaron 26 muestras que fueron enviadas a análisis especializados para conocer el grado de calidad del grano de cacao.
Durante el concurso, el jurado conformado por estadounidenses, venezolanos, nicaragüenses y ecuatorianos, le otorgaron a Martínez el segundo lugar en la categoría fermentación del cacao.
«En 2019, nos dieron un reconocimiento porque nos ganamos el segundo lugar de estar en los mejores cacaos del país. El jurado fue internacional y eso ya significa mucho, ya que el mercado internacional demanda calidad», afirma Martínez.
Martínez y su familia sueñan con comercializar el cacao en «los rentables segmentos especiales y gurmé del mercado internacional», así como ayudarle a su hijo con el sueño de ser ingeniero agrónomo.