Cuando en 2004 se inició en la música con la banda «Akumal», Erick Chicas ya tenía claro que quería dedicarse de manera completa y profesional a la industria musical. Por ello, ya sea con ese proyecto o con iniciativas propias, se ha mantenido perseverante en todos estos años, participando de varias escenas musicales y desarrollando cada día más su talento y su vocación.
Ahora, con proyectos como «Inflorescencia» y «La Construcción de la Luz», Chicas sigue vivo en la escena musical salvadoreña, pero con un firme deseo por contribuir a que esa industria alcance un punto de profesionalización al que aún no llega y que ha impedido que se aprovechen al máximo oleadas de talento como las de las últimas décadas.
Para Chicas, el camino no es fácil. Reconoce que se han dado pasos positivos, pero, de igual forma, entiende que hay áreas que aún tienen deudas serias para con los músicos, siendo la principal la falta de una posibilidad que le permite a los músicos y artistas dedicarse de manera absoluta a la música, para que todas sus energías y esfuerzos se concentren en su desarrollo artístico.
¿Quién es Erick Chicas?
Soy una persona a la que le encanta mucho la música y le he dedicado mucho de mi vida a la música. Es una de las cosas más importantes en mi vida en general y es algo que me ha permitido tener diferentes experiencias en mi vida.
¿Cuánto tiempo llevás en el mundo de la música?
Empecé más o menos cuando tenía 9 años, cuando recibí mis primeras clases. Ya de forma más profesional fue allá por el 2004. El primer grupo en el que estuve fue «Akumal», luego estuve viviendo en México y compartí con muchos músicos allá. Estando en México estudié y me gradué en música, lo que me permitió desarrollarme más y trabajar enfocado en lo artístico.
Ahora estoy en varios proyectos, con un grupo que se llama «Inflorescencia», que es una nueva apuesta musical y que ya vamos a sacar un nuevo disco. Estoy también con un proyecto acústico que se llama «Jipiboi» y también tengo mi proyecto instrumental que se llama «La Construcción de la luz». He tenido bastantes proyectos, pero más o menos en eso estamos.
¿Hay algún género musical con el que te sintás más identificado?
Es una pregunta un poco difícil, pero creo que con algo más de rock o rock alternativo en general. Me gusta mucho porque hay muchas mezclas de géneros. Soy de la escuela del rock y propiamente del rock clásico, aunque me he dedicado más a lo alternativo y también me gusta mezclar el funk, la música latina, el jazz, el blues y varias cosas.
¿Qué te ha dejado toda la trayectoria musical que has tenido?
Es una muy buena pregunta porque hay muchas cosas de aprender sobre la música. Es la mejor forma que tengo para expresar sentimientos que, de alguna otra forma, quizás no pudiera expresarlos. Eso es bien sano a nivel personal. También me ha ayudado a ser una persona más constante, tratar de cumplir siempre mis metas porque en la música es algo donde uno siempre está aprendiendo. Además, en general, me ha dejado el amor por la cultura y las artes. Siempre he preferido trabajar en mi música original y eso me ha permitido conocer y crecer aprendiendo de otros músicos en este camino.
Por lo general, el camino artístico en El Salvador se inicia con covers. ¿Fue así en tu caso o desde el principio te fijaste como meta impulsar tus propias composiciones?
Creo que todo el mundo tiene que aprender copiando. Es como cuando aprendés a hablar, lo hacés oyendo a tus papás y a copiar sus expresiones. Pero, realmente, lo que siempre me gustó fue la música original. Siempre me imaginé componiendo y haciendo música. Sí he tocado algunos covers, más que todo cuando comenzaba, pero mi objetivo siempre fue la composición y la creación de mi música.
Venís de un escenario musical sin redes sociales. Pero, ahora, esas redes son un espacio para que muchos músicos más se muestren. ¿Crees que eso ha afectado o incidido de alguna manera en la escena artística del país?
Sí, definitivamente influye. Al fin y al cabo, todas esas son herramientas nuevas y, quizás de las cosas buenas, es que ahora el acceso a la música ya no es tan cerrado. Ahora, tenés el talento y tenés estos espacios te podés dar a conocer sin necesidad de pasar por intermediarios, como tocaba antes. Sin embargo, también hay una desventaja porque, como todos lo están haciendo, existe un poco más de ruido porque mucha gente lo está haciendo.
Antes, podías hablar de 100 propuestas. Ahora, con las redes, podés hablar de 10,000 propuestas y ahí es donde se vuelve más difícil escoger y tener un mejor filtro, o uno más fino, para depurar aquellas propuestas que aún no cumplen con las condiciones para poder darse a conocer. Creo que, como en todo, las redes sociales nos traen cosas buenas y también algunas malas.
Desde tu experiencia, ¿creés que hay interés por la música nacional en El Salvador?
Esa pregunta es difícil de responder, pero creo que sí hay un interés, aunque el interés viene de la mano del conocimiento. A veces, es difícil que la gente se entere de la música que se está haciendo en el país y, quizás, la razón principal es que no existe una industria fuerte en El Salvador para darla a conocer. Sin embargo, hay mucha gente y muchos movimientos de gente interesada por consumir música salvadoreña.
Han creado páginas web o plataformas para dar a conocer la música. Se están dando avances con plataformas como ARIES, que está buscando distribuir dinero para las canciones que están en la radio y los músicos que las componen. Ya con mayor visualización, hay más oportunidades de que la gente la conozca. Yo creo que a la gente sí le gusta y la música bien hecha gusta más. Acá hay música bien hecha y creo que es solo cuestión de tiempo para que la gente conozca más de lo que se hace acá en El Salvador.
¿Cómo fue tu experiencia con «Akumal»?
Con Akumal estuve en 2004 y el último concierto que hemos hecho, porque oficialmente no nos hemos separado, hay que aclararlo, fue el año pasado, nos invitaron para el concierto de El Mató a Un Policía Motorizado. Nos invitaron a abrir ese concierto, así que está vivo el proyecto todavía. Con Akumal todo va bien. No nos hemos peleado ni nada por el estilo. Simplemente, cada uno de los miembros de la banda hicimos nuestro camino, pero siempre estamos con la idea de juntarnos y, cuando nos invitan, atendemos gustosos para poder volver a tocar juntos. Akumal está vivo, eso te lo puedo asegurar.
Con Akumal llegaste a la música en la década de los 2000, luego de una década de los 90 que fue dorada para la música salvadoreña. ¿Qué creés que cambió entre una época y otra?
En los 90 estaba pequeño. Soy del 84, pero he hablado con mucho de los artistas de esa época y pude entender un par de cosas. Creo que en esos años El Salvador venía de la postguerra y había mucho deseo de salir, tocar, hacer música, ir a lugares, divertirse y todo eso creo un boom muy fuerte, el cual aprovecharon muchos grupos de los 90.
Pero, creo que eso no se logró aprovechar porque, como no hay una industria fuerte, sino que todo es autofinanciado, no se creó una estructura para darle continuidad a esa explosión. Los grupos llegaron hasta donde pudieron llegar y luego decidieron dedicarse a otra cosa para suplir las necesidades de sus familias y de ellos mismos. Esto hace que, los grupos que vienen atrás, pasen por el mismo ciclo: van creciendo, se desarrollan, logran tener un punto máximo y, después, tienen que ir retrocediendo por la falta de apoyo de una industria más especializada.
Música buena siempre ha habido. En los 90 hubo muy buena música, pero fue ese ciclo el que siempre se produjo y eso limitó todo lo que pudimos, como país, haber alcanzado gracias a esa buena época de los 90. Luego, en los 2000 nos pasó lo mismo y en los 2010 también pasó lo mismos. Solo cuando haya una industria especializada y fuerte vamos a poder romper ese ciclo.
¿Cómo crees que se logre llegar a ese punto en la industria de la música en El Salvador?
Ya se están haciendo ciertos avances. ARIES, por ejemplo, es una iniciativa importante que está creciendo. La razón principal es que ya hay dinero de por medio para los músicos, eso hace que las cosas se pongan más en serio. Eso ha sido uno de los buenos pasos.
Otro, por ejemplo, es que la Universidad Matías Delgado ya abrió la carrera de música. Yo estuve ahí dando clases los primeros años. Esto hace que se rompan los paradigmas y las ideas de que la música no es una carrera real. Todo esto va sumando y es necesario afianzarlas más, porque si no crecen podemos volver a caer en el mismo ciclo. Hay muy buenos músicos en el país. Lo que falta es que la industria se formalice y llegue a un punto en que los músicos puedan dedicarse a la música.
Sirve mucho también conocer la experiencia de otros países, como México, para llegar a esa idea y alcanzar esa meta.
Para mí hay una gran diferencia entre un niño en El Salvador que quiere dedicarse a la música y uno en México que también quiere dedicarse a la música. En México ves a una persona que vive cerca de tu casa y que se dedica a la música, puede trabajar de eso y crecer dedicándose solo a la tarea artística. Acá en El Salvador, ves a los músicos que viven por tu casa, pero que se dedican a la música como un extra porque tienen su trabajo y otras obligaciones. Eso limita el sueño porque no demuestra estabilidad para quienes se dedican a la música. Cuando eso cambie, vamos a poder llevar el talento a otro nivel y poder verdaderamente profesionalizar la música en el país.
Creo que no ayuda mucho el buscar culpables o esperar acciones. Si hago eso me voy a hacer viejo y pasará el tiempo sin que vea resultados. Hay que hacer sacrificios y lograr cosas con lo que tenemos. Gracias a Dios he tenido el apoyo de mis papás y, también, con mi esfuerzo he logrado hacer todo lo que hecho. Es necesario esforzarse también y entender que toca hacer sacrificios y, muchas veces, ser autodidacta al principio para que técnicamente podamos profesionalizarnos y mejorar.
Ahora, toda esa experiencia debe hacer también que, ya que recorrí parte del camino, sea yo el que le ayude a otros que van empezando. Eso también es importante para crecer, que los que ya tenemos más experiencia podamos guiar a otros para que puedan tener un camino más fácil y aprovechar mejor todas las oportunidades que se les pueden ir abriendo. En eso no es de tener egoísmo. Uno también puede aportar mucho para que la música vaya creciendo y la industria sea más profesional.
Finalmente, ¿cómo ves el escenario musical en El Salvador en la actualidad?
He observado varias cosas. Una es que me he dado cuenta de que la gente, a partir de las redes sociales y de subir las cosas por ahí, todo ha ido mejorando en algunos rubros. Por ejemplo, se ha mejorado en que hay muchas personas que ahora pueden grabar desde sus casas y con su propio equipo. Ese es uno de los grandes beneficios que se tiene ahorita.
Ahora, cosas más grandes como tener una industria más formal, si siento que hay cosas que están mejorando, que están avanzando, pero que todavía hay mucha parte que hacer. A los músicos nos falta profesionalizarnos y dedicarnos de manera más real a la música. Eso es algo que nos cuesta mucho, a mí me ha costado mucho.
Hay mucha gente que se molesta porque espera que los músicos hagan las cosas por amor al arte, pero, a un doctor no le pedimos que atienda a alguien solo por amor al arte, al doctor se le paga por su labor. Con los músicos pasa igual, no pueden hacer todo por amor al arte, sino que también merecen su reconocimiento. En eso nos falta mejorar también.