Este día, a partir de las 5:30 de la tarde, en las instalaciones del Círculo Deportivo Internacional, el Comité Olímpico de El Salvador (COES) llevará a cabo su Asamblea General Extraordinaria para la elección del Comité Ejecutivo 2022-2024.
En marzo pasado, en este mismo espacio, escribí sobre la necesidad que tiene el deporte salvadoreño del COES. Pero de un nuevo COES. De un COES que realmente cumpla con su visión: «Ser la organización que crea condiciones permanentes para colocar a nuestros atletas en posición de ganar medallas y superar en cada edición los resultados del equipo salvadoreño en los juegos del ciclo olímpico, inspirando a la sociedad a la búsqueda de la excelencia».
El deporte salvadoreño necesita de un COES que también cumpla su misión que detalla: «Somos la organización deportiva que de manera exclusiva conforma y avala los equipos olímpicos salvadoreños. Brindamos recursos a nuestras federaciones miembros a través de programas para atletas, entrenadores y dirigentes hacia el logro de la excelencia deportiva a través de medallas en el ciclo olímpico y promovemos y protegemos el movimiento olímpico y sus valores como modelo para una sociedad pacífica».
El deporte salvadoreño necesita del COES que nació como «la entidad deportiva que coordina las actividades olímpicas de El Salvador y pertenece al Movimiento Olímpico. Se encarga de regir la participación del país en los eventos del ciclo olímpico y diversas competiciones internacionales. Se rige bajo las normas y los principios de la Carta Olímpica del Comité Olímpico Internacional (COI)».
Durante los últimos 14 años, con Eduardo Palomo y los demás miembros del comité directivo al frente del COES, todo esto ha sido letra muerta. Y no lo digo solo yo. Invito a los periodistas deportivos a hablar con dirigentes, con atletas e incluso con la población en general para saber qué ha hecho el COES por el deporte salvadoreño en la última década y media.
Desde que estoy involucrado en el deporte profesional salvadoreño, es decir, más o menos desde 2000, he sido testigo de cómo el Indes y el COES han librado una disputa sin sentido. No sé si es por protagonismo, desconocimiento o mala voluntad. Lo que sí sé es que ese divorcio no ha permitido a los atletas nacionales sentirse arropados por las dos instituciones que tienen que complementarse para beneficiarlos de manera integral.
Y aquí es en donde tenemos que reflexionar sobre lo que va a pasar hoy, ya que las mismas federaciones nacionales miembros del Comité Olímpico de El Salvador y sus dirigentes, en cierta manera, se han vuelto cómplices del severo maltrato al deporte salvadoreño que se ha vivido durante este tiempo. Esperaría que hoy sea el día de cambiar esto.
Cuando llegamos al Indes, una de las primeras acciones fue asistir precisamente a un evento organizado por el COES: el abanderamiento de la delegación que nos representaría en los Juegos Panamericanos de Lima. De esa manera buscamos acabar con el divorcio histórico con el COES. Ofrecimos nuestro apoyo, queríamos trabajar de la mano respetando la independencia y autonomía de cada institución. Incluso, luego de más de cinco años sin recibir recursos por parte de las administraciones anteriores, esta, mi gestión, les regresó el presupuesto, incluso con un aumento en el dinero que nunca utilizaron, aun con la casi nula ayuda que el COES le brindaba al deporte en general y a los atletas en particular.
Pero la luna de miel duró poco. Muy poco, la verdad. Quizás ni existió. Y el encanto se rompió porque comprobamos que, para esta administración del COES —que esperaría que termine hoy—, no existió la planificación y se dedicaron a defender ilegalidades. Pasó con taekwondo, con natación y con tenis de mesa.
En estas federaciones hubo arbitrariedades e incluso ilegalidades que rayaban con el cometimiento de posibles delitos, y el COES salió públicamente a apoyarlas, a todas luces por llevarnos la contraria o, simplemente, para quedar bien con ellas y ganar sus votos para esta asamblea en la que el actual comité ejecutivo se jugará su futuro.
Nosotros estamos enfocados en cambiar el rumbo del deporte salvadoreño. Con mucho trabajo, responsabilidad, respeto a las federaciones, disciplina y sobre todo con voluntad de servir y apoyar a la gran familia del deporte nacional. Pero, repito: necesitamos que la institución que vela por el alto rendimiento haga su parte, que retome sus valores de excelencia, respeto, integridad y no discriminación para hacerles sentir a los atletas que están cubiertos por todos los flancos.
El deporte salvadoreño necesita del COES, y las federaciones —y hablo en nombre del baloncesto— tenemos hoy una nueva oportunidad de sumar.